Últimamente, la noción de Kintsugi aparece de forma más frecuente en libros, artículos y posts en español. Originaria de Japón, esta filosofía arrancó como una simple técnica de reparación de cerámica.
Con el tiempo, sus premisas referidas al arreglo de tazas, platos y vasijas se trasladaron a otros ámbitos de la vida.
Billiken te cuenta sobre la base de esta antigua filosofía, su importancia más allá del oficio de restauración y su impacto en la forma en que las personas afrontan la vida y superan la adversidad.
¿Qué es el Kintsugi?
Kintsugi, que literalmente significa "reparación dorada" o "reparación de oro", nació como una técnica usada para arreglar objetos cerámicos rotos utilizando un esmalte mezclado con polvo de oro u otros metales preciosos. Si algo se partió en varios pedazos, la idea del Kintsugi es juntarlos de manera que el objeto tome su forma original y, luego, unirlos con el líquido dorado.
En lugar de ocultar grietas y roturas, el Kintsugi resalta y embellece estos defectos, convirtiendo cosas rotas, dispensables, en obras de arte únicas.
El nacimiento de esta práctica artesanal se remonta al Japón del siglo XV y, en un nivel más profundo, refleja varias ideas:
- Las cicatrices son parte de la identidad de un objeto.
- Las experiencias pasadas dan lugar a una belleza nueva.
- Lo roto siempre puede arreglarse.
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Para artesanías y para la vida
La relevancia del Kintsugi va más allá de la cerámica: proporciona poderosas metáforas para la vida humana. Sus premisas invitan a ver nuestras heridas como parte integral de nuestra historia, en lugar de ver las experiencias dolorosas como signos de fracaso o debilidad.
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Al igual que los objetos, el Kintsugi sostiene que nuestras cicatrices pueden convertirse en símbolos de resistencia, crecimiento y belleza. Hasta las experiencias más difíciles pueden convertirse en fuentes de fortaleza y sabiduría. Las imperfecciones también.
