La silvicultura es, en términos sencillos, "la ciencia de los bosques". A diferencia de la deforestación, tiene como objetivo la formación, el mantenimiento y el cultivo de los bosques, además de la protección de especies autóctonas y del desarrollo de amplios espacios forestales.
Aunque la silvicultura también implica el aprovechamiento de estas zonas arbóreas para necesidades humanas, lo cierto es lo más importante siempre es –o debería serlo– la protección del propio bosque. De lo que se trata, en otras palabras, es de utilizar el recurso natural sin desgastarlo.
¿Cuál es la importancia de la silvicultura y para qué sirve?
La gestión de bosques y montes forestales no es tarea sencilla. A diferencia de lo que ocurre con la agricultura, que es considerada la "hermana mayor" de la ciencia de los bosques, en la silvicultura el recurso natural se piensa a largo plazo. Las frutas y verduras se desarrollan y cultivan en cuestión de meses, pero los árboles en años e incluso décadas.
En términos generales, tiene el objetivo de contemplar tres tipos de necesidades: las ecológicas, las biológicas y las económicas. Así, se busca el aprovechamiento de los recursos forestales pero también la renovación de los mismos. Se trata, en otras palabras, de entender su ciclo, mantenerlo y usarlo a conciencia.
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Más específicamente, la silvicultura apuesta a tres cuestiones principales:
- La generación de empleo, ya que hay especialistas de todo tipo involucrados en ella. Desde quienes talan árboles hasta quienes vuelven a forestar.
- El cuidado del medioambiente, ya que se planifican los cultivos en base a las propiedades del suelo.
- El uso del suelos fértiles, muchas veces recuperando terrenos que se habían desgastado en plantaciones anteriores.
¿Qué tipos de silvicultura existen?
Hay dos tipos principales de silvicultura: la extensiva y la intensiva. La primera, como su nombre lo adelanta, incluye actividades más allá del propio cultivo de los árboles, ya que apunta al turismo y a la educación con el objetivo de concientizar acerca de la protección de los bosques.
La intensiva, por otro lado, es más "cerrada" a especialistas. Se dedica a desarrollar e implementar técnicas y herramientas que permitan un mejor trabajo de mantenimiento y protección.
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En la actualidad, la actividad se extiende no sólo al uso de madera para distintas industrias, sino también de papel, corcho, frutos o leña que puedan aprovecharse en distintos sectores de la sociedad.
