La ropa varía según los usos y costumbres de cada época y lugar. En esta nota, Billiken te cuenta cómo estaban vestidas las personas cuando se declaró la Independencia en el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816.
Un tipo de vestimenta dice mucho sobre una sociedad y época histórica determinadas. Da un indicio de los linajes o clases sociales de las personas, y habla de las costumbres y las crisis socioeconómicas de las poblaciones. En la época de la declaración de la Independencia, Argentina tenía la mirada puesta en Europa, así que imitaba sus vestimentas. A continuación, Billiken te cuenta qué ropa se usaba en la época del Congreso de Tucumán, en 1816.
Los congresistas usaban la famosa levita del siglo XIX, que se adaptó de una chaqueta militar y se convirtió en prenda de etiqueta masculina. Cubría el cuerpo casi hasta la rodilla.
Los próceres usaban calzones, que eran unos pantalones que se complementaban con medias blancas.
Quienes no eran dirigentes ni pertenecían a la clase alta usaban un poncho, que era un abrigo que consistía en un trozo rectangular de tela pesada y gruesa, en cuyo centro había un espacio para pasar la cabeza. La tela caía sobre el cuerpo y dejaba a los brazos libres, lo que permitía moverlos con facilidad.
Era un adorno femenino para el cabello que constaba de un cuerpo convexo y un conjunto de púas que se encajaban sobre el moño.
Era un adorno que cubría de forma parcial o total las cabezas de las mujeres y que, por lo general, se complementaba con la peineta. Usualmente era de encaje y se realizaba con hilo de seda, chantilly o tul.
La mayor parte de los edificios públicos o religiosos de San Miguel de Tucumán, como el Cabildo y la Iglesia Catedral, estaban en muy mal estado. Apenas habían evitado esa decadencia algunas casas particulares, como la de la señora Bazán, donde se reunió el Congreso.
La mayoría de las viviendas estaban hechas de adobe y la condición general de sus habitantes era muy humilde. Se vivía con lo justo y temiendo a las enfermedades.
Había pocos médicos, al punto que recién en 1815 se designó uno: Baltasar Tejería. Su sueldo se pagaba con lo recaudado por un impuesto que debían abonar los vendedores de pasto. Para alivio de los pobladores, ese mismo año se instaló en la ciudad otro médico, Manuel Berdía.
En los días previos a la reunión del Congreso se limpiaron las plazas y calles, que antes estaban cubiertas de agua y basura. Para costear ese gasto se creó otro impuesto.
Tucumán estuvo representada en el Congreso por los diputados Pedro Miguel Aráoz y José Ignacio Thames. Los dos eran sacerdotes y miembros de las familias principales del lugar.
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