La Ruta de la Muerte, también conocida como Camino Yungas, es, al día de hoy, un recorrido turístico que se encuentra en Bolivia, entre la ciudad de La Paz y el municipio de Coroico.
Su llamativo nombre se lo ganó con el paso de los años. Sucede que, durante gran parte de su historia, esta carretera de montaña era la única alternativa para viajar entre las urbanizaciones mencionadas.
Es por eso que, a diario, cientos de vehículos, entre ellos camiones de gran porte, debían desafiar los peligros del camino para unir La Paz y Coroico. Lamentablemente, cientos de personas perdieron la vida en el intento.
Por fortuna, desde 2009, casi todo el caudal de tráfico que existe entre los sitios mencionados, se desvía por un camino nuevo y mucho más seguro. Por lo tanto, la Ruta de la Muerte solo se conserva como un circuito turístico.
¿Cuándo se diseñó la Ruta de la Muerte de Bolivia?
La construcción de la Ruta de la Muerte de Bolivia comenzó en la década de 1930, con el objetivo de permitir la circulación de vehículos en esta zona montañosa, con densa vegetación, que pertenece a la región de Los Yungas.
Desde aquella época y hasta los primeros años del siglo XXI, esta vía recibió desde motociclistas hasta camioneros, que debían avanzar con extremo cuidado, para evitar accidentes fatales.
Sucede que la Ruta de la Muerte atraviesa acantilados de hasta 800 metros de altura, pequeñas cascadas que golpean contra la calzada. Al mismo tiempo, experimenta constantes deslizamientos de tierra.
Además, por la geografía del lugar, este angosto camino, que en sectores tiene tres metros de ancho, se diseñó íntegramente con piedras y tierra. Es decir, condiciones que solo pueden superar un pequeño grupo de conductores expertos.
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¿Quiénes pueden circular por la Ruta de la Muerte hoy en día?
Durante décadas, cualquier vehículo, sin importar su tamaño, podía circular libremente por la Ruta de la Muerte. Y, debido a la ausencia de caminos en la zona, esta vía recibía cientos de camiones de carga, así como también micros de pasajeros.
Por el ancho de estos vehículos, los conductores circulaban a escasos centímetros del abismo. Y la complejidad se incrementaba cuando dos camiones grandes, que viajaban en distintos sentidos, se cruzaban. En ese momento, debían hacer maniobras milimétricas que, en muchas oportunidades, desencadenaron graves accidentes.
Un detalle no menor es que, además del tamaño de la calzada, su diseño en la montaña, las inundaciones que producen las cascadas y los deslizamientos de tierra, la Ruta de la Muerte recorre un paisaje donde habitualmente se presenta una niebla densa, que dificulta la visión al volante.
Ante este escenario, el camino se ganó el apodo de Ruta de la Muerte por la enorme cantidad de personas que perdieron la vida en el lugar. En su peor momento, allí se registró un alarmante promedio de un fallecido por día.
Por fortuna, este panorama quedó en el pasado. Desde 2009, La Paz y Coroico están unidas por una ruta de asfalto, mucho más segura y ancha. De esta manera, la Ruta de la Muerte se conservó como un pequeño camino turístico, donde:
- Solo se permite el ingreso de bicicletas, motos o autos livianos.
- Es necesario circular con extrema precaución y a una velocidad muy baja.
- Se debe viajar por la izquierda, con el objetivo que, ante el encuentro de dos vehículos, el que avanza más cerca del abismo pueda tener una visión más clara del límite de la calzada.
- La prioridad de paso, ante un encuentro de vehículos, siempre la tiene el conductor que asciende. El que desciende por la cuesta, debe esperar.
¿Por qué este circuito turístico de Bolivia es tan famoso?
A pesar de la existencia de una vía más segura y rápida que completa el mismo recorrido que la peligrosa Ruta de la Muerte, este camino recibe cerca de 25.000 turistas cada año.
Por un lado, el sitio reúne aventureros de todo el mundo que desean disfrutar de la naturaleza local, mientras descienden 3.600 metros en tan solo 64 kilómetros. Y, por el otro, concentra a curiosos que llegan con la intención de conocer la historia del lugar y sus características.
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De todas formas, es importante recordar que la Ruta de la Muerte aún es muy peligrosa. Es decir, conserva todas sus características originales. La única diferencia es que ahora es un poco más segura por el escaso tráfico que alberga. Por lo tanto, allí los accidentes todavía son muy frecuentes y, para evitarlos, hay que circular con extremo cuidado.