Desde 1608 hasta 1877 dentro del Cabildo funcionó la primera cárcel de Argentina.
Para que pudiese existir una Ciudad, la condición jurídica de aquel entonces señalaba que debía existir un Cabildo. El de Buenos Aires se fundó en 1580 para cumplir con las Leyes de las Indias que regían durante el Virreinato.
Una de las funciones de esta institución era la administración de la Justicia. En 1608 se crearon la Sala Capitular y el primer calabozo. En aquel entonces no existía la presunción de inocencia. Por lo tanto, tanto los sospechosos como los culpables esperaban el juicio o cumplían su condena dentro de este sector del Cabildo.
En 1613 se agregaron celdas y para 1783 se llegó a un total de cinco. Entre los robos más comunes destacaban el de caballos y gallinas. Sin embargo, este espacio también se usaba para "corregir" comportamientos que eran considerados "desviados" como por ejemplo contestarle mal a un amo o a un marido.
Otros que podían ser detenidos eran quienes proponían matrimonio y se arrepentían antes del casamiento. En ese momento, debían pasar unos días dentro de la prisión hasta que retomaran la propuesta.
Los hombres que no trabajaban o realizaban "escándalos" también podían quedar detenidos. De la misma forma, cualquier contravención que pusiera en peligro el orden público podía terminar en una detención.
La cárcel era mixta y, en un momento, tuvo superpoblación. Esto produjo que la falta de higiene fuese un problema recurrente. Ya en 1877, se creó la Penitenciaria Nacional y el edificio dejó de cumplir esta función para dedicarse de lleno a tareas administrativas.
Dentro del Cabildo, hoy Museo Histórico Nacional, se conserva la fachada de este lugar.
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