A Sarmiento le gustaba dibujar. Para él, el arte resumía la más profunda de las sabidurías y creía que era el más perfecto de los actos creadores por elevar, enriquecer y distinguir a las personas por sobre las mezquindades materiales. A lo largo de toda su vida dejó plasmada su faceta artística y su deslumbre por los grandes artistas de su época.
Sarmiento y su faceta artística
Aunque Sarmiento obtuvo reconocimiento por sus otras facetas, lo cierto es que también fue un artista nato. Sentía admiración por la pintura, le interesaba la enseñanza artística, hacía interpretaciones de obras y le gustaba la idea de inaugurar museos. Sin embargo, el autor de “Facundo” (1845) no fue un erudito, ni un experto, ni un profesional.
Cuando llegó a San Juan de regreso de Chile, en 1836, se vinculó a los ambientes artísticos. Durante cuatro años disfrutó del teatro y de la plástica a partir de su nombramiento como decorador del Salón de la Sociedad Dramático-Filarmónica. Con Antonino Aberastain y Benjamín Franklin Rawson experimentó desafíos en torno a discusiones sobre diferentes corrientes y escuelas de pensamiento. Poco después, la llegada del pintor francés Amadeo Gras y de Manuel Quiroga Rosas incentivaron aún más su entusiasmo por el arte. Sentía admiración por Géricault y Delacroix, y hacía especulaciones sobre el neoclasicismo y el romanticismo.
Sarmiento estaba rodeado de un gran círculo de artistas
Sarmiento sentía especial admiración por Benjamín Franklin Rawson: no sólo lo apoyó, estimuló y dio directivas, sino también comentó su obra con un lenguaje claro, justo y acertado.
Pero también mantuvo diálogos con los más importantes artistas nativos y extranjeros de su época. Hizo amistad con Gras, Rugendas, Monvoisin, Pallière (cuyo taller en Buenos Aires visitaba con Aurelia Vélez Sársfield), Manzoni, Blanes y Aguyari. Cuando este último abrió la más grande academia de Buenos Aires, Sarmiento asistió junto con su nieta Eugenia Belín.
También concurrió al taller de Eduardo Sívori. Y en 1870, después de admirar a Martín Boneo, instauró una escuela de dibujo y le pidió a su amigo que la dirigiera.
¿Por qué Sarmiento estaba interesado en el arte?
Sarmiento vislumbró en el arte una función social dentro de un proceso dinámico y siempre le interesó su base educativa. Cuando en 1887 un amigo le solicitó una fotografía suya, respondió con un óleo pintado por su nieta Eugenia Belín. Sarmiento también posó para su admirado Benjamín Franklin Rawson y para Gregorio Torres. Aurelia Vélez Sársfield, su cónyuge, fue destinataria del álbum de dibujos y bosquejos que Sarmiento fue acumulando a lo largo de su vida.
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