Se encuentra en Corea del Sur, fue creada hace más de 1.000 años y está compuesta por 81.258 bloques de madera en excelentes condiciones.
La Tripitaka Koreana es considerada la colección de datos más completa y efectiva del mundo, ya que guarda información tallada en bloques de madera hace más de 800 años, con un márgen de error prácticamente inexistente.
Entonces, dentro de los cuatro edificios ubicados en Gyeongsang del Sur, Corea del Sur, hay un total de 81.256 bloques, que a su vez almacenan 52 millones de caracteres transmitidos sin errores.
En simples palabras, es la colección más completa de textos budistas que ha logrado sobrevivir en el tiempo.
La historia de la Tripitaka Koreana comenzó en un templo budista de Corea del Sur, construido en el año 802. Es decir, un siglo antes de que se inventara la imprenta en madera.
Recién en 1011 se iniciaron los trabajos sobre los primeros bloques de madera, que fueron finalizados 76 años después, en 1087.
A partir de ese momento, el proceso de tallado siguió en aumento, dado que se lo consideraba como una manera de causar un cambio en la fortuna invocando la ayuda del Buda.
Pero, a pesar del éxito alcanzado en los primeros años, prácticamente todo el trabajo se perdió tras un incendio ocurrido en 1232, en el marco de las invasiones mongolas a Corea del Sur.
Es por eso que, si bien las primeras obras de la Tripitaka Koreana tendrían más de 1.000 años, al igual que el templo, los bloques actuales fueron diseñados entre 1237 y 1249.
Por último, en 1398 el templo se trasladó al monte Gaya y toda la colección se guardó en los edificios actuales.
Quienes visitan el templo de la Tripitaka Koreana quedan sorprendidos por el excelente estado de conservación de los bloques de madera. Y a pesar de que en la actualidad se les brinda un cuidado extremo, han sobrevivido gracias a un proceso extenso realizado hace 800 años. Es decir, tras la recolección de madera de abedul en las islas del sur de Corea, el procedimiento fue el siguiente:
Finalmente, los bloques de madera quedaron en perfectas condiciones, con 24 centímetros de alto y 70 centímetros de alto, además de un grosor que varía entre 2,6 y 4 centímetros.
Y, si bien cada unidad pesa un máximo de 4 kg, la colección completa alcanza las 280 toneladas.
Debido a la antigüedad de las piezas y la enorme cantidad de factores externos que pueden atentar contra su seguridad, los cuatro edificios del Templo de Haeinsa que almacenan la Tripitaka Koreana, están sometidos a un exigente proceso de conservación.
Por un lado, desde un principio fueron diseñados con pisos de barro, construidos sobre capas sucesivas de carbón, sal y piedra caliza para mantener en óptimas condiciones los niveles de humedad.
Y, en cuanto al mantenimiento actual, el templo recibe una limpieza con aspiradoras para quitar todo el polvo que pueda dañar los bloques tallados.
A pesar de que existe desde hace mil años, la colección de Tripitaka Koreana recién empezó a recibir sus merecidos reconocimientos en el siglo XX.
Es decir, primero fue designada como Tesoro Nacional de Corea del Sur en 1962 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.
Por último, el órgano de gobierno la volvió a reconocer en 2007, cuando la inscribió en el Registro de la Memoria del Mundo.
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