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El mono Juan: la historia del primer "astronauta" argentino y de por qué nuestro país fue pionero espacial

El mono Juan: la historia del primer "astronauta" argentino y de por qué nuestro país fue pionero espacial
En 1969, Argentina lanzó al mono Juan en un vuelo espacial experimental. Su historia demuestra cómo el país se convirtió en una potencia aeroespacial inesperada en América Latina.
Historia
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En 1967, Argentina sorprendió al mundo con una hazaña poco conocida pero extraordinaria: lanzó a bordo de un cohete a un mono capuchino llamado Juan, convirtiéndolo en el primer “astronauta” argentino. Aunque el vuelo no alcanzó el espacio exterior según los estándares internacionales, fue un paso importante dentro de un ambicioso programa científico que posicionó a nuestro país como pionero en tecnología espacial en América Latina.

Una Argentina con ambiciones espaciales

Durante las décadas de 1950 y 1960, Argentina desarrolló un importante plan científico y tecnológico. Como parte de ese plan se creó en 1960 la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), actual CONAE. En este contexto, el país llevó adelante diversos lanzamientos experimentales con cohetes diseñados localmente, como los de la serie Alfa y Centauro.

Uno de los principales objetivos era estudiar cómo reaccionaban los seres vivos a condiciones extremas de aceleración, microgravedad y radiación. Para ello, se realizaron pruebas enviando animales a gran altitud, en una época en la que solo unas pocas potencias —como Estados Unidos y la Unión Soviética— estaban involucradas en este tipo de investigaciones.

Antes del mono Juan: el viaje de los ratones

Previo al famoso vuelo del mono Juan, Argentina ya había enviado al espacio a otros animales. En 1966, se realizó una prueba con un roedor llamado Belisario. Este ratón viajó a bordo de un cohete Yarará y sobrevivió al vuelo, lo que alentó a los investigadores a avanzar hacia un experimento más complejo.

Estos vuelos suborbitales no alcanzaban la órbita terrestre, pero permitían registrar valiosa información sobre los efectos de la aceleración, la presión atmosférica y la reentrada a gran velocidad. Eran pasos fundamentales para el desarrollo de futuros proyectos espaciales más ambiciosos.

El vuelo histórico del mono Juan

El 23 de diciembre de 1969, en la base de Chamical, provincia de La Rioja, se llevó a cabo el lanzamiento más destacado de la historia aeroespacial argentina. Ese día, un mono capuchino llamado Juan fue enviado a bordo de un cohete Centauro II.

El vuelo alcanzó una altura de aproximadamente 82 kilómetros, lo que técnicamente lo mantuvo dentro de los límites de la atmósfera terrestre (la línea de Kármán, que marca el inicio del espacio exterior, está a 100 km). A pesar de esto, se trató de una misión altamente riesgosa, en la que se monitorearon las funciones vitales del animal en tiempo real gracias a un equipo médico y técnico especialmente preparado.

Juan no solo sobrevivió al vuelo sin problemas, sino que fue rescatado sano y salvo al aterrizar mediante un sistema de paracaídas. Su misión representó un logro inédito para el país y colocó a Argentina entre las pocas naciones que habían realizado pruebas espaciales con seres vivos.

¿Quién era Juan y qué pasó con él después del vuelo?

Juan era un mono de la especie Cebus apella, comúnmente conocidos como capuchinos. Había sido entrenado para tolerar los efectos del despegue y las condiciones extremas del viaje. Su elección se basó en su tamaño, resistencia y adaptabilidad.

Tras su regreso, Juan se convirtió en una celebridad nacional. Fue recibido por el entonces presidente Juan Carlos Onganía, y hasta se le otorgó un número de documento nacional de identidad, el 10.321.617. Desde ese momento, vivió bajo el cuidado de científicos y técnicos, y años más tarde fue trasladado al zoológico de Córdoba, donde pasó el resto de su vida.

Un hito poco recordado, pero muy significativo

Aunque su nombre no suele aparecer en los libros escolares, el vuelo del mono Juan marcó un hito en la historia de la ciencia argentina. Argentina fue el cuarto país en realizar pruebas espaciales con animales, detrás de Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia.

Este experimento demostró la capacidad tecnológica y científica del país en un momento clave de la carrera espacial mundial. También sirvió para fortalecer el desarrollo de tecnología nacional aplicada a la medicina, la biología y la ingeniería aeroespacial.

Hoy, más de cinco décadas después, el viaje de Juan sigue siendo un símbolo del potencial científico de Argentina y una historia fascinante para redescubrir.

Así fue el viaje del mono Juan al espacio: fotos del simio astronauta

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