Gurí, chango, guachín, bendi y otras formas particulares de llamar a los niños en Argentina

Gurí, chango, guachín, bendi y otras formas particulares de llamar a los niños en Argentina
En Argentina hay muchas maneras de nombrar a un niño, y cada lugar tiene sus palabras favoritas. Según la región, los chicos pueden ser guríes, changos, guachines, pibes o incluso “bendis”, una expresión nacida en internet. Te contamos el origen de cada término y cómo reflejan la diversidad cultural del país.
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En Argentina, la palabra “niños” rara vez se usa en la vida cotidiana. En su lugar, surgen una enorme variedad de expresiones que cambian según la región, la historia y hasta las modas de cada época. Algunas de estas formas son muy antiguas y tienen raíces en lenguas originarias, otras provienen de inmigrantes europeos, y también existen las que nacieron del lunfardo o del lenguaje popular en redes sociales. Lo curioso es que varias de estas formas son tan propias de nuestro país que casi no se escuchan en otros lugares.

Gurí: la palabra del Litoral para llamar a los niños

El término gurí se usa en Entre Ríos, Corrientes, Misiones (y parte de Uruguay). Su origen proviene del guaraní “güyrá”, que significa “pajarito” o “hijo pequeño”. Con el tiempo, pasó a ser una manera cariñosa de llamar a los chicos. Hoy es tan común en la región que aparece en canciones, poesías y hasta en nombres de programas infantiles.

Chango: del Norte al corazón de la cultura popular

En el Norte argentino —sobre todo en Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero— la palabra elegida es chango. Viene del quechua ch’anga, que significa “joven” o “muchacho”. También se utiliza en Bolivia y en algunas zonas de Paraguay. Su uso es tan extendido que se transformó en una marca de identidad cultural de las provincias norteñas.

Guachín: la creación del lunfardo

En Buenos Aires y otras grandes ciudades se escucha guachín, una palabra más urbana y callejera. Tiene raíces en el lunfardo, esa jerga popular que nació en el Río de la Plata a fines del siglo XIX. Proviene de “guacho”, que en el lunfardo significa “huérfano” o “chico desprotegido”. Con el tiempo, su sentido se suavizó y hoy es una forma amistosa o graciosa de llamar a un niño o adolescente.

Pibe: el clásico porteño para nombrar a los niños

Si hay una palabra que se volvió emblemática en Argentina es pibe. Se utiliza sobre todo en Buenos Aires, aunque ya se expandió a todo el país. Su origen es genovés: los inmigrantes italianos usaban “pivetto” para hablar de un chico, y de allí derivó al “pibe” que todavía hoy usamos. Gracias al tango, al cine y al fútbol, se convirtió en uno de los términos más representativos del español rioplatense.

Nene: la forma más universal

La palabra nene no es exclusiva de Argentina, pero es muy utilizada en todo el país. Se cree que viene del balbuceo infantil: los primeros sonidos que hacen los bebés inspiraron este diminutivo cariñoso. Aunque también se usa en otros lugares de habla hispana, en Argentina “nene” se consolidó como la manera más tierna y cercana de hablar de los niños.

Chico: el término estándar

Chico es probablemente la forma más neutra de todas. Se usa en todo el territorio argentino y en gran parte del mundo hispanohablante. Su origen es simple: viene del latín ciccus, que significaba “pequeño”. Es la palabra más “formal” de esta lista, aunque en la vida cotidiana compite con las expresiones más locales como “pibe” o “gurí”.

Bendi: la jerga nacida en las redes

En los últimos años apareció una nueva manera de nombrar a los más pequeños: bendi. Nació en redes sociales como una deformación irónica y graciosa de la palabra “bendición”. Se usa, sobre todo, en contextos humorísticos para referirse a los hijos, mezclando ternura y picardía. Aunque no tiene raíces históricas como las demás, refleja la creatividad con la que los argentinos reinventan su lenguaje día a día.

Un país, muchas palabras para nombrar a los niños

Argentina es un país diverso no solo en su geografía y cultura, sino también en su forma de hablar. Palabras como gurí, chango, pibe o bendi muestran cómo cada región encontró su propia manera de nombrar a los niños. Y aunque cambien según el lugar o la época, todas tienen algo en común: expresan cercanía, afecto y la identidad de quienes las usan.

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