Durante ocho o nueve días de 1900, Buenos Aires y otras provincias del país sufrieron las peores temperaturas registradas hasta el momento.
Acostumbrados a veranos calurosos, nada preparó a los argentinos y argentinas para lo que sucedería a comienzos del siglo XX. En lo que se conoce como la Semana de Fuego, temperaturas extremas dejaron sin respiro a muchas provincias del país.
Lejos de contar con ventiladores y aire acondicionado, la población quedó expuesta a olas de calor jamás toleradas hasta ese momento. Algunas recomendaciones fueron de gran ayuda, pero las herramientas disponibles en la época se quedaron cortas.
La Semana de Fuego abarcó nueve días agobiantes en que el calor no dio tregua. Del 1 al 9 de febrero del año 1900, Argentina soportó una ola de calor con una sensación térmica máxima de 49°C.
Según pudo reconstruirse gracias a los diarios de la época, durante más de 12 horas al día la sensación térmica era de entre 40 y 49°C. No es posible dar con el número exacto ya que, según el Servicio Meteorológico Nacional, no se contaba con el mismo sistema de medición que hoy en día.
También se estima que la temperatura mínima no bajó de los 28°C, y que el número promedio era de 37°C. Muchos diarios y semanarios de la época calificaron al episodio prolongado como una "insolación fulminante".
Las primeras muertes encendieron las alarmas sobre una posible epidemia de fiebre amarilla o similar. Pero pronto se descubrió que el origen no estaba en la salud pública, sino en el Sol y en el "estado higrométrico de la atmósfera", como escribió la revista porteña Caras y Caretas.
La ola de calor que azotó a gran parte de las provincias, pero sobre todo a Buenos Aires, fue igual de inesperada para todos. Aunque las temperaturas máximas no eran tan altas, las mínimas sí lo eran, y las ciudades nunca dejaban de estar "en llamas".
En las provincias, las situaciones eran distintas. Se cree que en total fallecieron 475 personas, de las cuales cerca de 350 estaban en Buenos Aires. Dicha cifra fue producto de distintos factores, como:
En aquella época, no contábamos con la misma tecnología y sistema de salud que tenemos hoy. Por ese motivo, muchos especialistas creen que la gran cantidad de víctimas se debe a que el país no estaba preparado para tal evento.
Así, lo que para los habitantes de 1900 fue posiblemente la peor semana de sus vidas, es algo regular de los veranos actuales. La diferencia está en que tenemos más herramientas para afrontar esas olas de calor y evitar una Semana de Fuego, pero la temperatura y sensación térmica es igual que en ese entonces.
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