El palo rosa, conocido científicamente como Aspidosperma polyneuron, es una de las especies arbóreas más llamativas y valiosas de Sudamérica. Este árbol también recibe otros nombres, como peroba rosa o araribá-rosa, según la región donde crece. Su altura puede superar los 30 metros, con un tronco recto, de gran porte, y una madera reconocida por su calidad y resistencia.
Originario de países como Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia, el palo rosa se desarrollaba naturalmente en zonas de selva subtropical y bosques húmedos, donde cumplía un rol fundamental en el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, en la actualidad, su presencia es mucho más reducida que décadas atrás.
¿Por qué el palo rosa está en peligro de extinción?

Durante años, el palo rosa fue objeto de extracción intensiva por su madera, que es dura, durable y muy apreciada en la carpintería y la construcción. Su explotación sin control, sumada a la pérdida de hábitat por la expansión de zonas agrícolas y urbanas, provocó una drástica disminución de sus poblaciones en estado silvestre.
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Según investigaciones del CONICET, esta especie está catalogada como en peligro de extinción en varias regiones de Sudamérica, entre ellas el noreste de Argentina. En muchas provincias, como Misiones, se han implementado medidas de protección para evitar su desaparición total.
Además, el palo rosa presenta ciertas dificultades para su regeneración natural, ya que necesita condiciones específicas de humedad, temperatura y sombra para desarrollarse con éxito.
Características principales del palo rosa

Estas son algunas de las particularidades que hacen único al Aspidosperma polyneuron:
- Altura promedio: entre 20 y 35 metros.
- Distribución natural: Argentina (principalmente en Misiones), Paraguay, Brasil y Bolivia.
- Estado de conservación: en peligro de extinción, según diversas organizaciones científicas.
- Usos históricos: carpintería de alta calidad, construcción y producción de muebles finos.
La belleza de su corteza y la textura de su madera también lo transformaron en un símbolo vegetal de las regiones donde crece, lo que llevó a que en algunos lugares fuera plantado en avenidas y parques.
Una especie que necesita ser protegida
El caso del palo rosa es un ejemplo claro de cómo la intervención humana puede poner en riesgo especies clave de la biodiversidad sudamericana. Hoy en día, su conservación depende de programas de reforestación, estudios científicos y leyes que regulen su tala.
Conocer y valorar este tipo de árboles no solo ayuda a preservar el patrimonio natural, sino que también promueve una mayor conciencia sobre la necesidad de proteger nuestros ecosistemas.