Para que el cuerpo humano se forme es necesaria la presencia de células (alrededor de cien billones). El organismo está compuesto por células de todo tipo, algunas muy diferentes entre sí y, una vez reunidas según su especialidad, forman tejidos. Al convertirse en tejidos (es decir, en unidades más grandes y con mayores tareas) forman órganos como el estómago, el corazón y el cerebro. Las células se constituyen como una fuente de vida. Cuando unas mueren, enseguida aparecen otras nuevas para reemplazarlas. Esto ocurre durante muchos años, hasta que llega la vejez y la energía se va acabando de a poco.
¿Cómo están formadas las células?
Cada célula posee un núcleo, un cuerpo o citoplasma y una membrana plasmática, que es la capa exterior. El núcleo ocupa un diez por ciento del tamaño de la célula. En él se encuentra la información genética. En el citoplasma hay un montón de sustancias y órganos pequeños que cumplen varias funciones. La membrana plasmática, por su parte, protege a la célula.
Los distintos tipos de células
Las células del cuerpo humano tienen muchos puntos en común con las células de los animales, pero las características de su composición son particulares. Algunos ejemplos de células son:
- Las células epiteliales: recubren las superficies interna y externa del cuerpo.
- Espermatozoides: son las células reproductoras masculinas encargadas de fecundar al óvulo.
- Las células musculares: componen el tejido muscular y tienen la capacidad de contraerse.
- Los glóbulos rojos: contienen hemoglobina, que lleva oxígeno a los tejidos.
- Óvulo: es la célula sexual femenina que se genera en los ovarios.
- Las células óseas: forman el tejido óseo, aunque no son todas iguales ni cumplen las mismas funciones.
- Las neuronas: son las células que transmiten los impulsos nerviosos.
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