Sarmiento nació en la provincia de San Juan y cuando tenía 15 años viajó a San Luis con su tío. Allí, en un pequeño pueblo llamado San Francisco del Monte, tuvo su primera experiencia docente.
Primer destierro a Chile
Cuando tenía 20 años participó en un levantamiento armado contra el gobernador de San Juan, Nazario Benavídez. Pero fracasó. Entonces fue a parar a la cárcel y luego al destierro en Chile. Allí trabajó como maestro, comerciante y minero. Y volvió a enseñar. Primero, en una escuelita en Santa Rosa de los Andes. Y luego en Pocuro. Pero no era un maestro común. Rechazó enseñar a leer siguiendo el método clásico (el deletreo), incorporando el silabeo. Además, prohibió cualquier tipo de castigo corporal.
En aquel país acabó enamorándose de una de sus alumnas, María Jesús del Canto, con quien tuvo a su única hija, Ana Faustina. Como la madre murió a poco de nacer, a Ana la terminó criando su abuela, Paula, en San Juan. En Chile tuvo otros trabajos como minero, comerciante y empleado mercantil.
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Regreso a San Juan
Sarmiento regresó a San Juan en 1836. Tenía 25 años, una hija, y una profesión: maestro. Ya instalado en su lugar natal, fundó un colegio para señoritas aprovechando un edificio que había dejado casi terminado antes de fallecer su pariente, el obispo fray Justo Santa María de Oro.
Entusiasmado por el éxito del colegio y con algún dinero en el bolsillo, Sarmiento fundó también un periódico, El Zonda, su primera experiencia periodística. Lo escribía con un grupo de amigos, se distribuía todas las semanas y se trataban temas de los más variados. Por ejemplo: el fomento de la minería, la educación de las mujeres, el abandono de las calles, el atraso cultural y educativo de la población, y el cultivo de la morera, entre otros. ¿Por qué se llamaba El Zonda? Es el nombre que recibe un viento cordillerano muy impetuoso, seco y cálido.
Aunque Sarmiento le puso muchas ganas y pasión al periódico, éste solo duró seis números. ¿Qué pasó? El gobierno sanjuanino le quitó el apoyo económico. Y no se podía sostener por su cuenta, ya que apenas había conseguido 39 suscriptores.
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Segundo exilio en Chile
Poco después, por motivos políticos, se exilió otra vez en Chile. Antes de cruzar la cordillera escribió sobre una roca, en francés, la frase “Las ideas no se matan”.
Instalado en Chile por segunda vez empezó a ganarse la vida como maestro en una escuelita en las afueras de Santiago. Pero algo había cambiado: tenía 30 años, ganas de decir cosas, de expresar sus ideas, y la experiencia de haber fundado El Zonda en San Juan. Por eso decidió volver al periodismo y escribir un artículo sobre educación que publicó el diario La Bolsa. Fue el comienzo. Después, un grupo de amigos argentinos lo alentó para que redactara otro y Sarmiento, inspirado, escribió uno donde recordaba la batalla de Chacabuco y el papel que en ella tuvo el general San Martín, por entonces algo olvidado. Lo envió al diario El Mercurio, que lo publicó. Fue un éxito que le abrió las puertas del periodismo chileno. Desde entonces trabajó en los principales diarios de aquel país.
Ya reconocido como periodista, Sarmiento dedica buena parte de sus artículos a debatir con otras importantes figuras de América Latina que también se habían radicado en Chile huyendo de sus países por motivos políticos. Una de esas polémicas la mantiene con el escritor venezolano Andrés Bello por el uso del lenguaje. Una década más tarde, ya caído Rosas, sostendrá otra memorable con Juan Bautista Alberdi sobre el proyecto de país que tenía cada uno.
