Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento se llevó a cabo el primer Censo Nacional con la idea de tener un panorama más claro sobre la población y poder tomar las medidas necesarias para mejorar su calidad de vida.
Se realizó del 15 al 17 de septiembre de 1869. El trabajo le fue encomendado a Diego de La Fuente y fue supervisado por Dalmacio Vélez Sarfield, quien se desempeñaba como ministro del interior y fue autor del Código Civil.
Según explica el INDEC, el censo de 1869 se adecuó a los criterios que definen a los censos modernos: la existencia de un organismo único encargado de su desarrollo, la uniformidad y universalidad de las preguntas para todos los censados, la simultaneidad del levantamiento y la ausencia de consideraciones extraestadísticas de tipo religioso, fiscal o militar.
Este primer censo constaba de ocho preguntas, recopilando datos de casas, nombres y apellidos, edad, sexo, estado civil, patria o país de nacimiento, analfabetismo, ejercicio/arte u ocupación, vacunas y personas con discapacidad.
En las tareas de recolección trabajaron 15 comisarios, 283 comisiones, 700 comisionados y 3.045 empadronadores.
En realidad, el censo había sido establecido por el Congreso en 1862 pero no pudo llevarse a cabo en los seis años que duró el mandato presidencial de Bartolomé Mitre.

Los resultados
Los resultados revelaron que en ese momento vivían en la Argentina 1.877.490 habitantes. De ese total, el 26% vivía en Buenos Aires, el 71% eran analfabetos y el 75% de las familias eran pobres.
De los censados, 360.683 sabía leer y 312.011 sabía escribir, aunque se calculó que no todos respondían la verdad, y que a esas cifras había que restarle un 30 por ciento. De los 413.465 niños entre 6 y 14 años que estaban en aptitud de ir a la escuela, solo lo hacían 82.671. Más de 300 mil no asistía al aula.
De los 300 mil ciudadanos aptos para votar, solo 50 mil leían y escribían y el resto no poseía ninguna instrucción
Había 458 médicos, que fueron superados por 1047 curanderos; 439 abogados y 1442 profesores. Entre 140 mil mujeres se repartían los oficios de costureras, lavanderas, tejedoras, planchadoras, cigarreras y amasadoras, entre otros.
Con los resultados del censo, Sarmiento consideró que la mejor política pública que se podía implementar en ese contexto era extender la educación. Y así lo hizo.
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