Cuando el 20 de septiembre de 1928 los neoyorquinos recibieron en las calles a un jinete con dos caballos criollos, no podían creer lo que veían. Se trataba de Aimé Félix Tschiffely, un profesor y escritor suizo-argentino que había pasado más de tres años cabalgando desde Buenos Aires.
La travesía fue considerada un acto temerario y hasta descabellado en su tiempo, pero terminó convertida en una epopeya moderna. Tschiffely se volvió famoso en todo el continente, y no menos sus fieles acompañantes: Gato y Mancha, los caballos patagónicos.
¿Cuándo partió de Buenos Aires Aimé Félix Tschiffely?

La aventura comenzó el 23 de abril de 1925, cuando Tschiffely partió desde la Sociedad Rural Argentina acompañado por Mancha y Gato, dos caballos criollos criados en la Patagonia. Lejos de ser jóvenes, tenían 16 y 15 años, pero su fortaleza estaba probada en condiciones extremas de viento, frío y sequía.
El objetivo del escritor no era solo llegar a destino: quería demostrar que los caballos criollos, descendientes de los animales introducidos por los conquistadores españoles, eran la raza más resistente del mundo.
El viaje estuvo lleno de desafíos. A lo largo de más de 21.000 kilómetros, el trío atravesó distintos países de América Latina y del Norte. En promedio recorrían 46 kilómetros diarios, aunque la distancia variaba según el clima, el terreno y la seguridad de cada zona.
El 20 de septiembre de 1928, luego de 3 años y 149 días de travesía, finalmente llegaron a la ciudad de Nueva York.
La travesía en números: desde soportar temperaturas bajo cero a "cocinarse" en el Ecuador, así viajaron Aimé Félix Tschiffely, Gato y Mancha

La hazaña de Aimé Félix Tschiffely junto a Gato y Mancha no estuvo exenta de momentos duros. Temperaturas muy bajas o muy altas, falta de oxígeno y selvas plagadas de insectos se cuentan entre los datos más sorprendentes de la hazaña:
- Alcanzaron los 5.900 metros sobre el nivel del mar en el paso El Cóndor, entre Potosí y Challapata (Bolivia), lo que significó un récord mundial de altura para cabalgatas.
- Cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, soportando temperaturas de hasta 18 °C bajo cero.
- En las zonas más áridas, enfrentaron calor sofocante con más de 50 °C a la sombra, donde los cascos de los caballos se hundían en la arena.
- Atravesaron selvas tropicales plagadas de insectos y enfermedades, además de ríos caudalosos que amenazaban con frenar el viaje.
A lo largo del recorrido, Tschiffely y sus caballos también se toparon con la hospitalidad de pueblos campesinos, gauchos, indígenas y rancheros que los recibían y les daban comida y refugio. Esa interacción humana enriqueció el relato de la travesía, luego plasmado en su libro Tschiffely’s Ride.
Mancha y Gato, los héroes criollos
Si bien el nombre de Aimé Félix Tschiffely quedó inmortalizado, Mancha y Gato fueron los verdaderos protagonistas de la gesta. Ambos caballos demostraron una resistencia física que maravilló al mundo.
En 1928, al llegar a Nueva York, Mancha y Gato fueron recibidos como héroes junto a su jinete. La revista National Geographic dedicó una portada a la hazaña, destacando la unión entre el hombre y los animales y el mensaje de respeto hacia la naturaleza.
Tras la travesía, los caballos volvieron a Argentina. Mancha murió en 1947, a los 40 años, y Gato en 1944, a los 36: edades excepcionales para la especie.

