Como sabemos, en la prehistoria existieron muchas especies de animales que en la actualidad ya están extintas, como los dinosaurios. A esta lista bastante larga también se suma la Bestia del Trueno, una familia de rinocerontes gigantes.
Lo más sorprendente quizás no sea su tamaño, sino un hecho que se desdobla en dos: o sobrevivieron al meteorito que originó la extinción animal en el planeta Tierra, o surgieron luego de ese evento. Ambas opciones dejan abierta la incógnita de cómo fue posible que ocurriera cualquiera de ellas.
¿Cómo eran los "rinocerontes" Bestia del Trueno?
La Bestia del Trueno perteneció a los brontoterios, familia de mamíferos ya extintos. A partir de un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Alcalá (España), que indaga sobre la evolución de esa familia, se descubrió que la Bestia del Trueno habitó la Tierra hace 56 millones de años.
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Según las reconstrucciones científicas, el animal era muy similar a los rinocerontes blancos que conocemos hoy en día, que son el cuarto animal terrestre más grande del mundo. Así, se considera que:
- Tenía cuernos planos y bifurcados por sobre la nariz.
- Pasó de pesar 18 kilogramos a tener entre 4 y 5 toneladas en un corto periodo de tiempo.
- Habitó hasta hace 34 millones de años atrás.
- Pertenecía a una de las 40 especies.
¿Dónde habitaba la Bestia del Trueno?
El paquidermo prehistórico que vivió hace millones de años, estuvo en vastas zonas de América del Norte y también en el este de Asia.
Como pertenecía a una familia que evolucionó durante millones de años, es muy posible que migrara de una zona a otra, cuando la conformación del planeta Tierra no era la misma que es hoy.
¿Cómo llegaron a ser tan grandes y pesados estos brontoterios?
Los brontoterios, familiares lejanos de los rinocerontes y los tapires, se cree que crecieron en tamaño a partir de una regla y de una hipótesis.
La primera, conocida como Regla de Cope, postula que los distintos linajes animales tienen ventajas adaptativas según su tamaño. Por ello, los más grandes tienden a aumentar su tamaño con el paso del tiempo, haciendo que sus chances de supervivencia sean más altas con cada generación.
La segunda se suma a la Regla de Cope, y sostiene que hay un segundo proceso de selección natural: ya no se habla de la relación entre especies, sino de cómo la selección actúa sobre la especie misma.
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Imagen de portada: Oscar Sanisidro Morant / Revista Science (Estados Unidos).
