Hace miles de años, mucho antes que se organice el primer partido oficial de fútbol y se formen los clubes más antiguos del planeta, los seres humanos ya hacían deporte con una pelota. El registro más longevo es el del Episkyros.
Este extraño nombre hace referencia a un antepasado cercano del fútbol, que se practicaba en la Antigua Grecia hace más de 2.500 años y que hemos podido conocer a través del grabado realizado sobre un trozo de piedra.
Y, aunque tenían reglas muy diferentes al deporte actual y hay quienes también lo identifican como un antepasado del rugby, lo cierto es que el Episkyros ha evolucionado y está más presente que nunca.
¿Cómo se jugaba al Episkyros?
El Episkyros, que es reconocido por la FIFA como una de las primeras formas del fútbol, significa “defensor” en español y es recordado como un deporte de contacto, en el cual la pelota era protagonista.
Debido a la escasa tecnología de la época, el esférico a utilizar en cada partido se fabricaba con cueros de animales. Su nombre era “folis” y resaltaba en el campo de juego con sus colores brillantes.
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Entonces, luego del trabajo, dos grupos de hasta 14 personas se reunían en sus tiempos libres para jugar al Episkyros que, según las reglas:
- Permitía tocar la pelota con las manos.
- Consistía en lanzar el esférico sobre la cabeza de los jugadores, para colocarlo detrás de las dos líneas blancas trazadas en el suelo. Estas se llamaban “skuros”.
- Comenzó como un deporte exclusivo de hombres, pero con el correr de los años también incluyó a las mujeres.
¿Dónde está la pieza que representa a un joven disfrutando de este deporte antiguo?
La existencia del Episkyros cómo un deporte de la Antigua Grecia y los detalles descritos anteriormente, que lo vinculan con el fútbol actual, se detectaron gracias a una pieza arqueológica muy particular, que se aprecia en la foto principal de esta nota.
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Como muestra la imagen, esta piedra inmortalizó la figura de un joven atleta griego que juega Episkyros, mientras mantiene la pelota sobre su muslo, en presencia de otro jugador.
Debido a su valor histórico, la pieza se trasladó al Museo Arqueológico Nacional de Atenas, en Grecia, donde los turistas pueden contemplarla en detalle y reflexionar sobre un claro ejemplo de un antepasado del fútbol.
