Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia de inmigrantes judíos provenientes de Europa del Este. Desde muy joven, mostró una intensa curiosidad por el arte, la filosofía y la literatura. En su adolescencia comenzó a escribir poemas y a interesarse por el existencialismo. Aunque su vida fue breve, dejó una obra poética potente, oscura y profundamente introspectiva que hoy sigue generando admiración en lectores de todo el mundo.
Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en la Escuela de Bellas Artes, pero pronto abandonó los estudios académicos para concentrarse por completo en la escritura. Su sensibilidad extrema, sumada a problemas de salud mental, marcaron gran parte de su vida y de su obra, en la que el tema del silencio, la muerte y el lenguaje aparecen con frecuencia.
Tres datos sobre Alejandra Pizarnik
- Nacimiento: 29 de abril de 1936, en Avellaneda, Buenos Aires.
- Obras destacadas: Árbol de Diana, El infierno musical, Los trabajos y las noches.
- Fallecimiento: 25 de septiembre de 1972, a los 36 años.
Una obra única en la literatura argentina
A los 23 años, Pizarnik viajó a París, donde vivió entre 1960 y 1964. Allí trabajó como traductora y colaboró con revistas literarias. Durante su estadía, entró en contacto con el surrealismo francés y publicó algunos de sus libros más destacados. Uno de ellos fue Árbol de Diana (1962), con prólogo del reconocido escritor Octavio Paz.

Su estilo se caracteriza por el uso de frases breves, imágenes intensas y una mirada introspectiva que roza lo onírico y lo simbólico. En sus textos, Pizarnik explora el dolor, la infancia, el vacío y el lenguaje como herramienta, pero también como prisión. Entre sus obras más recordadas se encuentran La extracción de la piedra de la locura (1968), Los trabajos y las noches (1965) y El infierno musical (1971).
El legado y la figura de Alejandra Pizarnik
Alejandra Pizarnik falleció el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, en Buenos Aires, luego de una sobredosis de barbitúricos. Su muerte impactó profundamente en el ámbito literario y alimentó el mito que rodea a su figura. Con el paso del tiempo, su obra fue revalorizada y traducida a varios idiomas, y hoy es una de las escritoras más estudiadas y leídas de la literatura argentina contemporánea.
Su diario personal, publicado de manera póstuma en 2003, permitió conocer otra faceta de su pensamiento y su vida, y reveló el profundo conflicto interno que acompañó su existencia. En los últimos años, nuevas generaciones de lectores y lectoras han descubierto su obra, convirtiéndola en una figura clave del feminismo literario y la poesía de lo íntimo.
