Elizabeth Taylor nació el 3 de julio de 1912 en Reading, Inglaterra. Desde muy joven mostró interés por la literatura y, tras trabajar como institutriz y bibliotecaria, comenzó a escribir cuentos que fueron publicados en medios como Harper’s Bazaar y The New Yorker. Su primera novela, At Mrs. Lippincote’s, apareció en 1945 y marcó el inicio de una carrera literaria reconocida por la crítica, aunque nunca alcanzó gran fama popular.
A lo largo de su vida, publicó doce novelas y cuatro colecciones de relatos. Su estilo se caracterizó por un retrato minucioso, irónico y elegante de la clase media y alta inglesa, con especial atención a las tensiones y contradicciones de la vida doméstica.
Elizabeth Taylor y su relación con su nombre
La coincidencia de nombre con la actriz estadounidense fue una fuente constante de incomodidad para la escritora. Según recogen sus biógrafos, Elizabeth Taylor odiaba que se la confundiera con la estrella de cine, especialmente a partir de la década de 1950, cuando la actriz alcanzó fama internacional. La novelista incluso llegó a bromear que “la otra” había arruinado su anonimato.
Para evitar confusiones, en algunas ediciones británicas de sus libros se añadía la palabra novelista junto a su nombre en la portada. Aun así, la asociación con Hollywood la persiguió hasta su muerte.
Una voz literaria única
Elizabeth Taylor fue elogiada por autores como Kingsley Amis y Hilary Mantel, quienes destacaron su capacidad para capturar la complejidad de los vínculos humanos. Entre sus obras más celebradas se encuentran:
- Mrs. Palfrey at the Claremont (1971), finalista del Booker Prize.
- A Game of Hide and Seek (1951), considerada su novela más romántica.
- Angel (1957), una sátira sobre el mundo editorial y la vanidad artística.
La escritora falleció el 19 de noviembre de 1975, dejando un legado que, con el paso del tiempo, ha sido revalorizado. Hoy, su obra sigue siendo publicada por editoriales como Virago y Anagrama, y es apreciada por nuevas generaciones de lectores.
Un talento redescubierto
Aunque en vida no alcanzó el mismo nivel de fama que otras autoras de su generación, Elizabeth Taylor se consolidó como una de las mejores observadoras de la sociedad inglesa de posguerra. Su narrativa, marcada por el humor sutil y una fina ironía, la sitúa como una figura clave para entender la literatura británica del siglo XX.