La historia de Mamá Antula comienza en el siglo XVIII, en el corazón del norte argentino. Su nombre real era María Antonia de Paz y Figueroa y nació en Santiago del Estero en 1730. Desde muy joven, se sintió atraída por la espiritualidad de los jesuitas, quienes en ese momento lideraban misiones religiosas y actividades educativas en América del Sur. Aunque las mujeres no podían ingresar formalmente a la Compañía de Jesús, ella adoptó sus enseñanzas y dedicó su vida a continuar su legado, incluso cuando los jesuitas fueron expulsados del continente.
Su trabajo fue clave para mantener viva la práctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, una tradición fundamental para el catolicismo, especialmente en tiempos donde la actividad de los jesuitas estaba prohibida. Lo hizo a pie, recorriendo largas distancias, enfrentando peligros y desafiando normas sociales que limitaban la participación de las mujeres.
Datos clave sobre Mamá Antula
- Nombre completo: María Antonia de Paz y Figueroa.
- Nacimiento: 1730, Santiago del Estero.
- Canonización: 11 de febrero de 2024, en Roma.
Mamá Antula, una mujer adelantada a su tiempo
A pesar de los prejuicios de la época colonial, Mamá Antula organizó y dirigió retiros espirituales en diversas provincias, desde Tucumán hasta Buenos Aires. Su determinación, su fe inquebrantable y su compromiso con los más humildes la convirtieron en una figura respetada por la sociedad y por la Iglesia.
En Buenos Aires, fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en 1795, que aún hoy sigue en funcionamiento. Allí atendió a personas de todos los sectores sociales, sin distinción, y se consolidó como una referente espiritual del Río de la Plata.
¿Por qué fue canonizada Mamá Antula?
La canonización de Mamá Antula fue el resultado de un proceso que duró años. En 2016 fue declarada beata por el Papa Francisco, y finalmente, en febrero de 2024, fue proclamada santa tras la aprobación de un segundo milagro atribuido a su intercesión: la recuperación inexplicable de un hombre con un diagnóstico irreversible, hecho confirmado por una junta médica del Vaticano.
Este reconocimiento la convirtió oficialmente en la primera santa argentina, un hecho histórico no solo para la Iglesia, sino también para la identidad cultural y religiosa del país.