Hablar de Marcel Proust es hablar de un autor que cambió para siempre la forma de narrar. Nació en París el 10 de julio de 1871 y, a pesar de su delicada salud, logró escribir una de las obras más influyentes de la literatura universal: En busca del tiempo perdido.
La vida de Marcel Proust
Proust creció en una familia acomodada. Su padre, Adrien Proust, fue un médico reconocido, y su madre, Jeanne Weil, le transmitió su amor por la lectura y la cultura. Desde niño padeció asma, lo que lo obligó a pasar largas temporadas en reposo, rodeado de libros.
Estudió Derecho y Letras en la Sorbona, pero su verdadera vocación fue la escritura. Frecuentó salones literarios de París y comenzó a publicar relatos y ensayos antes de dedicarse por completo a su obra más ambiciosa.
En busca del tiempo perdido: la obra que lo inmortalizó
La serie de siete volúmenes de En busca del tiempo perdido se publicó entre 1913 y 1927. En ella, Proust exploró la memoria, el paso del tiempo y los detalles de la vida cotidiana con un estilo minucioso y profundo.
Algunos de sus tomos más célebres son:
- Por el camino de Swann (1913)
- A la sombra de las muchachas en flor (1919), con el que ganó el Premio Goncourt
- El tiempo recobrado (1927, publicado tras su muerte)
La famosa escena de la “magdalena”, en la que un sabor desencadena una avalancha de recuerdos, se convirtió en símbolo del poder de la memoria en la literatura.
El legado de Marcel Proust
Marcel Proust murió en París el 18 de noviembre de 1922, a los 51 años. Pasó sus últimos años prácticamente recluido, corrigiendo obsesivamente los tomos de su gran obra.
Hoy, su nombre es sinónimo de introspección, sensibilidad y exploración de lo íntimo. Su influencia llegó a escritores como Virginia Woolf y James Joyce, quienes también buscaron nuevas formas de contar la experiencia humana.
