Raku Inoue es uno de esos artistas que no necesita mucho para crear las obras más impresionantes. Y es que los animales que conocemos, el artista los representa de una forma muy particular: lejos de dibujarlos con lápices o pintarlos con acrílicos, los hace de flores, tallos, hojas y ramas.
Así, combina arte y naturaleza de forma armónica, creando piezas coloridas con una textura muy particular. Por eso, cada trabajo suyo es singular e inigualable.
¿Cuál es la historia de Raku Inoue?
Raku Inoue nació en 1983 en Tokio, Japón. A los nueve años se mudó a Montreal, Canadá, donde continúa residiendo actualmente. De su infancia recuerda el arte del origami, y al crecer en la ciudad norteamericana, se nutrió de arte callejero como el graffiti.
Allí, en Montreal, realizó y aun realiza la mayor parte de sus obras, entre las que se encuentran los cuadros florales que se volvieron famosos. En sus primeros estudios, aprendió las artes más antiguas:
- Artesanía.
- Dibujo.
- Pintura.
Luego aprendió fotografía digital, con todos aspectos que eso cubre: iluminación, composición de la imagen, captura de colores y edición. De esa forma, comenzó a combinar distintas disciplinas artísticas.
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Cuando un día ventoso originó su nueva faceta artística
Antes de los "arreglos florales", Raku Inoue era conocido por sus esculturas de arcilla polimérica, un material hecho de PVC (un derivado del plástico), pigmentos de colores y aceite plastificante.
Sin embargo, un día de mucho viento lo cambió todo. Mientras miraba por la venta de su patio, Inoue notó varios pétalos del rosal caídos, que el viento desprendió con fuerza de las ramas. Así, salió y los juntó. Además, agarró ramas, tallos y hojas verdes. Y en ese momento, una idea cruzó por su mente.
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Dispuso los elementos naturales y con ellos creó el primer insecto floral. La elección del pequeño animal no fue azarosa, ya que Inoue creció alternando entre Tokio y una región rural cercana a Hiroshima, donde abundaban distintas especies de insectos.
El artista recordó, en algunas entrevistas, episodios de su infancia en los que su abuela dejaba la puerta del patio abierta en las tardes de verano. De esa forma, entraban a la casa libélulas y otros bichos, que durante toda su vida fueron fuente de inspiración y se evidencian, hoy en día, en sus collages naturales.
Fotografías de la nota: portfolio de Raku Inoue.
