En el lenguaje cotidiano de muchos países de América Latina, la palabra coima suele usarse para hablar de un soborno. Sin embargo, su historia es más amplia y revela cómo un término popular se instaló en la cultura y en la política de distintas sociedades.
El origen de la palabra coima
Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), coima tiene varias acepciones. En algunos países, como Argentina, Paraguay y Uruguay, se refiere directamente a una suma de dinero entregada de forma ilícita para obtener un beneficio. Pero sus raíces son más antiguas y diversas.
En el Río de la Plata, la palabra aparece en el siglo XIX para aludir a mujeres vinculadas a la prostitución. Con el tiempo, el término se transformó en sinónimo de soborno, hasta convertirse en parte del vocabulario político y judicial.
La expresión también estuvo relacionada con ciertos barrios de Buenos Aires donde se daban intercambios ilegales o “picardías criollas”, lo que reforzó su asociación con prácticas fuera de la ley.
Coima y su vínculo con el soborno
Hoy, coima es casi siempre entendida como sinónimo de soborno. En este sentido, alude a la acción de entregar dinero o favores a un funcionario para que realice —o deje de realizar— un acto vinculado con su cargo.

En Argentina, la legislación contempla la figura del cohecho, que es el término jurídico para este tipo de delito. Popularmente, sin embargo, la palabra coima se mantiene en el habla cotidiana y en los medios de comunicación.
Algunos datos sobre la palabra coima:
- Siglo XIX: aparece en el Río de la Plata con sentidos distintos al actual.
- RAE: reconoce su uso como soborno en Argentina, Paraguay y Uruguay.
El peso cultural de la coima
El uso de la palabra coima trasciende lo legal y se instaló en la cultura popular. Está presente en notas periodísticas, novelas y hasta en canciones que retratan la corrupción como un problema social persistente.
Más allá de su carácter informal, el término refleja cómo la lengua recoge fenómenos históricos y sociales. Al mismo tiempo, recuerda que detrás de la palabra se esconde una práctica que afecta la confianza en las instituciones y que sigue siendo un desafío en varios países de la región.
