La fascinación por Egipto alcanzó su punto más alto durante el siglo XIX, en plena época victoriana. Los descubrimientos arqueológicos, los viajes de exploración y la moda de coleccionar objetos antiguos despertaron un fenómeno conocido como egiptomanía. Dentro de este contexto surgió una práctica que hoy resulta tan llamativa como macabra: desenvolver momias frente a un público expectante.
Estas reuniones, organizadas en casas particulares o en teatros, mezclaban espectáculo, curiosidad científica y cierto morbo. Aunque pueda sonar a mito, distintos registros históricos confirman que efectivamente se realizaban.
La moda de desenvolver momias en Inglaterra
La práctica de desenvolver momias se popularizó a partir de mediados del siglo XIX. Los anfitriones compraban momias egipcias —muchas veces traficadas ilegalmente— y las presentaban como una atracción exótica. La persona encargada de quitar las vendas solía ser un médico o un arqueólogo aficionado, que relataba detalles sobre el hallazgo mientras retiraba las capas de lino.
Algunas características de estas reuniones:
- Se realizaron principalmente entre 1830 y 1870.
- Tenían lugar en salones privados, universidades o teatros.
- Una figura central en su difusión fue el médico Thomas Pettigrew, apodado “Mummy Pettigrew”.
El proceso combinaba divulgación científica y espectáculo, pero también implicaba la destrucción irreversible de piezas arqueológicas.
¿Por qué la sociedad victoriana se interesaba en esto?
La obsesión por Egipto estaba alimentada por varias razones:
- Los hallazgos arqueológicos en el valle del Nilo.
- El auge de la medicina, que buscaba estudiar técnicas de conservación de cuerpos.
- La fascinación por lo exótico, típica de la expansión colonial británica.
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Para la élite victoriana, asistir a un evento de este tipo era una muestra de prestigio y de acceso a un saber exclusivo.
Entre mito y realidad
Aunque existieron, las “fiestas de desenvolver momias” no eran un pasatiempo masivo. Se trataba de eventos restringidos a círculos de académicos, coleccionistas y curiosos adinerados. Con el tiempo, la práctica fue decayendo por el rechazo social y la consolidación de la arqueología como disciplina científica.
Hoy, muchos historiadores destacan que estas reuniones reflejan tanto el espíritu curioso de la época como el poco respeto hacia el patrimonio cultural egipcio. En definitiva, sí hubo personas que se reunían a desenvolver momias, pero más que un entretenimiento popular, fue un fenómeno ligado a la egiptomanía y al coleccionismo del siglo XIX.
