Construido para recordar el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires, el obelisco se inauguró el 23 de mayo de 1936. Fue obra del arquitecto Alberto Prebisch, uno de los exponentes del modernismo argentino. El lugar en el que se encuentra emplazado, la Plaza de la República, fue donde se izó por primera vez la bandera nacional en la ciudad. Además, está ubicado en la intersección de dos de las principales avenidas porteñas: la 9 de julio, considerada la más ancha del mundo, y Corrientes, una de los polos culturales más importantes de Buenos Aires.

El obelisco tiene una altura de 67,5 metros, está construido en hormigón armado y cuenta con una única entrada detrás de la cual se encuentra una escalera marinera de 206 escalones con 7 descansos que lleva a la cúspide. Allí existe un mirador con cuatro ventanas, visibles desde la calle. La punta es roma y culmina en un pararrayos cuyos cables corren por el interior. Dicen que allí hay una caja de hierro empotrada que guarda una foto del jefe de máquinas de la construcción y una carta destinada a quienes lo demuelan.

Este icónico monumento fue escenario de miles de manifestaciones, festejos, marchas, celebraciones y recitales. Además, fue intervenido artísticamente en distintas oportunidades. Por ejemplo, el 20 de septiembre de 2015 pareció estar desprovisto de su punta gracias a una intervención del artista argentino Leandro Erlich, que generó esta ilusión tapando la punta.

Construcción y polémicas

En 1936 se firmó el decreto que ordenaba la construcción de una obra que indique al pueblo la importancia de la fundación de la ciudad. La obra se le encargó a Alberto Prebisch, arquitecto que también desarrolló el Teatro Gran Rex y la construcción estuvo a cardo de un consorcio alemán, el cual finalizó la obra en el tiempo récord de 31 días.

Luego de su construcción se desataron las polémicas y las burlas y quejas de los vecinos no tardaron en aparecer. En junio de 1939, tres años después de su inauguración, el Concejo Deliberante sancionó la demolición del obelisco aduciendo razones económicas, estéticas y de seguridad pública. Pero la ordenanza fue vetada por el intendente Goyeneche, y no prosperaron otras tentativas por derribarlo.

Desde entonces, el obelisco se sigue erigiendo como el emblema más importante de la Ciudad de Buenos Aires.

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