La meteorología distingue varios fenómenos vinculados con el agua en la atmósfera, y entre ellos se encuentran la lluvia, la llovizna y la garúa.
A simple vista pueden parecer similares, pero la Organización Meteorológica Mundial y especialistas en clima explican que se trata de tres formas distintas de precipitación, definidas principalmente por el tamaño de las gotas y la intensidad con la que llegan al suelo.
Estas diferencias no solo son útiles para los expertos: también sirven para comprender mejor los informes meteorológicos y hasta para describir con precisión lo que ocurre en un día nublado.
¿Qué es la lluvia?
La lluvia es la forma más común de precipitación. Se produce cuando las gotas de agua en las nubes alcanzan un tamaño suficiente como para vencer la resistencia del aire y caer con rapidez hacia la superficie.
Según la Organización Meteorológica Mundial, las gotas de lluvia suelen tener un diámetro mayor a 0,5 milímetros, y su intensidad puede variar desde lloviznas muy suaves hasta tormentas intensas.
Un dato curioso es que la lluvia no solo se mide en intensidad, sino también en la cantidad acumulada de agua en un período de tiempo. Por eso, los servicios meteorológicos utilizan pluviómetros para registrar cuántos milímetros de agua se acumulan en una zona determinada.
¿Cuál es la diferencia con entre la lluvia y la llovizna?
La llovizna se diferencia de la lluvia por el tamaño más reducido de sus gotas, que suelen medir menos de 0,5 milímetros. Estas caen de manera uniforme y con menor velocidad, lo que da la sensación de que apenas humedecen la superficie.
Sin embargo, al extenderse en el tiempo, pueden llegar a mojar con la misma eficacia que una lluvia ligera. Entre sus características principales se cuentan:
- Gotas muy pequeñas y casi imperceptibles.
- Escasa visibilidad en el ambiente cuando se prolonga.
- Genera humedad constante, aunque sin acumulación rápida de agua.
Mirá También
¿Cómo se forma la lluvia? La ciencia responde
La particularidad de la garúa
La garúa, típica de regiones húmedas, es una variante muy tenue de la llovizna. Se trata de una precipitación extremadamente fina que rara vez logra formar gotas visibles en el suelo, pero que deja en el aire una sensación de humedad persistente.
A diferencia de la lluvia y de la llovizna, la garúa está asociada a climas específicos y a la presencia de nubes bajas que descargan estas diminutas partículas de agua sin llegar a considerarse una lluvia propiamente dicha.
