El sistema de cloacas es uno de los pilares invisibles de la vida en las ciudades modernas. Gracias a él, los desechos de los hogares, comercios e industrias se transportan de manera segura hasta plantas de tratamiento donde reciben un proceso que evita la contaminación del ambiente y protege la salud de la población.
Según el Ministerio de Obras Públicas de la Nación de Argentina, este sistema comenzó a desarrollarse en Buenos Aires a fines del siglo XIX, cuando la falta de saneamiento provocaba epidemias como el cólera o la fiebre amarilla. Con el paso del tiempo, las cloacas se expandieron por gran parte del país, aunque todavía existen zonas donde la cobertura es limitada.
Cloacas: cómo funcionan y por qué son importantes
El funcionamiento de las cloacas se basa en una red subterránea de cañerías que recolecta las aguas residuales. Estas son conducidas por gravedad o mediante estaciones de bombeo hacia plantas depuradoras. Allí se eliminan sólidos, grasas y microorganismos antes de devolver el agua tratada a ríos o mares.
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¿Cómo se potabiliza el agua?
Los componentes principales de un sistema cloacal son:
- Conexiones domiciliarias: tubos que unen la vivienda con la red.
- Colectores secundarios y principales: canales subterráneos que agrupan los desechos.
- Plantas de tratamiento: instalaciones donde se depuran las aguas residuales.
Su importancia radica en que previenen enfermedades, cuidan el ambiente y garantizan una mejor calidad de vida para millones de personas.
La situación de las cloacas en Argentina
Aunque el servicio está muy extendido en zonas urbanas, aún existen desigualdades. Según el Censo 2022, el 64% de los hogares argentinos cuenta con cloacas, lo que significa que casi 4 de cada 10 familias aún no acceden a esta red.
En provincias del norte, la cobertura es menor, lo que genera desafíos en salud pública y saneamiento. Además, informes oficiales señalan que la inversión en obras de agua y cloacas cayó en los últimos años, paralizando numerosos proyectos.
¿Qué pasa en los lugares sin cloacas?
En áreas rurales o barrios que no cuentan con red cloacal, existen alternativas como pozos ciegos, cámaras sépticas o sistemas más modernos como los biodigestores. Estos últimos permiten descomponer la materia orgánica y generar agua reutilizable para riego.
También se desarrollaron los llamados baños secos ecológicos, que no requieren agua ni conexión a cloacas. Funcionan con materiales como aserrín o cal para cubrir los desechos y transformarlos en compost.
Un desafío para el futuro
Las cloacas son un elemento clave de la infraestructura urbana. En Argentina, ampliar la cobertura y modernizar el servicio es una tarea pendiente que implica inversión, planificación y conciencia ambiental. Mientras tanto, alternativas como los biodigestores y baños secos ofrecen soluciones sostenibles en lugares donde la red aún no llega.
