Seguramente escuchaste la frase “Una manzana podrida echa a perder todo el cajón” para advertir que una mala influencia puede afectar a todo un grupo. Aunque hoy la usamos de forma figurada, este dicho tiene una base real y una larga tradición en el lenguaje popular.
La expresión combina un fenómeno natural, estudiado por la ciencia, con una lección sobre las relaciones humanas que atraviesa culturas y épocas.
El origen literal: la química detrás de la manzana podrida
Desde el punto de vista físico, la frase se apoya en un hecho comprobado. Cuando una manzana comienza a descomponerse, libera etileno, un gas natural que acelera el proceso de maduración de las frutas cercanas. Esto hace que las demás se deterioren más rápido.
Este principio no es exclusivo de las manzanas: peras, plátanos y otras frutas también emiten etileno. Sin embargo, la imagen de un cajón de manzanas afectado por una sola en mal estado es tan visual que se volvió metáfora universal.
Datos clave sobre la manzana podrida:
- El gas etileno es el responsable de la maduración acelerada.
- La frase se documenta en el idioma inglés desde el siglo XIV.
- También se usa en refranes de otras lenguas, como el francés y el español.
De la fruta a las personas: el sentido figurado de “manzana podrida”
En el lenguaje cotidiano, llamar “manzana podrida” a alguien significa que su comportamiento negativo puede influir en los demás, deteriorando la convivencia o el trabajo en grupo.

La metáfora es tan potente que se aplica en distintos contextos:
- En el ámbito laboral, para describir a un empleado que afecta el rendimiento de su equipo.
- En la escuela, para señalar a quien incita conductas inapropiadas.
- En la sociedad, para referirse a individuos cuya conducta daña a la comunidad.
Este concepto también está vinculado a la llamada “teoría de la manzana podrida” en gestión de equipos, que advierte sobre la importancia de actuar rápido ante actitudes tóxicas.
Un dicho que perdura en el tiempo
La vigencia de “Una manzana podrida echa a perder todo el cajón” se debe a que combina un hecho científico fácil de comprobar con una enseñanza moral aplicable a la vida diaria.
Aunque hoy muchos no sepan que la frase nació de la biología, su poder como advertencia sigue intacto. Ya sea en la cocina o en un grupo humano, la idea es clara: si no se detecta y aparta el problema a tiempo, este se expandirá.
