Olas gigantes: ¿por qué son impredecibles? - Billiken
 

Olas gigantes: ¿por qué son impredecibles?

Olas gigantes: ¿por qué se forman y cuánto pueden llegar a medir?
Algunos de sus apodos son "rebeldes" y "traicioneras", debido a que prácticamente se forman de manera espontánea.
Naturaleza
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Las olas gigantes son, en palabras sencillas, las olas más grandes del mundo. En la mayoría de los casos, se producen de manera espontánea. Sin embargo, su formación está ligada al viento en algunos océanos.

De todas formas, para los navegantes son completamente impredecibles, ya que se producen de manera rápida y sin mucho aviso. Por ello, estas paredes altísimas de agua también reciben el nombre de "olas traicioneras" u "olas rebeldes".

Olas traicioneras, un fenómeno explicado por el viento

¿Cómo se forman las olas gigantes?

Hay dos factores principales que explican la formación de las olas traicioneras:

  • Los vientos fuertes.
  • Las corrientes oceánicas.

Sin embargo, estos factores no siempre van de la mano. En muchos casos, las olas gigantes se forman cuando en el océano se combinan distintas ondas, haciendo que la cantidad de energía acumulada sea demasiada. Así, se elevan paredes de agua que parecen sacadas de películas catastróficas.

El viento también puede producir que las olas crezcan progresivamente, hasta lograr que sean más altas, largas y rápidas. Así, pueden llegar a coexistir olas de diferentes tamaños y que viajan en direcciones contrarias, una situación poco ideal para las embarcaciones.

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¿Cuánto pueden llegar a medir las olas traicioneras?

Olas traicioneras, un fenómeno explicado por el viento

En general, para que una ola sea considerada gigante debe superar la altura de los 18 metros en relación al nivel donde se encuentre el ser humano. Y aunque esa altura ya sea de por sí impresionante, hay registros de olas que llegaron a los 30 metros o más.

Tal es el caso de una embarcación en Alaska, que en 1958 se cruzó con una ola rebelde producto de un deslizamiento de tierra. Para 1995, el buque Queen Elizabeth II enfrentó una ola de 25 metros, y lo mismo ocurrió en Suecia en el 2000. Hasta el momento, estas fueron las paredes acuáticas más altas jamás registradas.

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