Paulo Freire fue uno de los grandes educadores, de esos que se recuerdan siempre. Fue profesor, pedagogo, escritor, poeta y filósofo. Es conocido principalmente por su trabajo acerca de la pedagogía del oprimido. Sus principales planteos todavía siguen inspirando a las nuevas generaciones.
Nació el 19 de septiembre de 1921 en el seno de una familia de pocos recursos de Recife, Brasil. En el año 1943 ingresó a la universidad, donde estudió filosofía y psicología del lenguaje. Tres años después fue nombrado director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social en el Estado de Pernambuco. Allí trabajó con la población que no sabía leer ni escribir e implementó un método no ortodoxo en el marco de la Teología de la Liberación.
En 1967, Freire publicó su primer libro, “La educación como práctica de la libertad”, trabajo por el cual le ofrecieron el puesto de profesor visitante en la Universidad de Harvard en 1969. El año anterior había escrito su famoso libro "Pedagogía del oprimido", que fue publicado en inglés y en español en 1970.
Freire y la pedagogía crítica
Su pensamiento pedagógico aún se encuentra vigente. La pedagogía crítica es un campo de la docencia y de la investigación que tuvo en Freire a su principal impulsor. Esta corriente parte de la conciencia sobre los problemas sociales que se viven a diario y que afectan a lo que sucede en el espacio de la clase. Es decir, el conocimiento se construye a partir de las realidades que afectan a los dos sujetos que intervienen en el proceso educativo: el maestro y el estudiante.
Así planteado, la pedagogía crítica implica un posicionamiento político donde los sujetos miran la realidad con ojos críticos. Por un lado, el maestro debe ser la figura que lleve a los aprendices a pensarse en la sociedad en la cual están desarrollando su proceso de aprendizaje. Por su parte, el aprendiz debe construir el conocimiento como un acto político, desde la relación con el maestro y los demás aprendices dentro del aula, para pasar de ser seres sociales pasivos a seres sociales activos, críticos y pensantes de la sociedad en la que están sumergidos.
Freire se dedicó a los sujetos más vulnerables, a los no letrados. Para él, la educación era un acto comunicativo, un ida y vuelta constante entre educado y educandos, donde el diálogo entre ambas partes resulta clave. Partiendo de la conciencia sobre la realidad que los rodea y de una actitud activa que provoca el cuestionamiento de esa realidad social, la educación implicaría la liberación de los oprimidos porque ese sería el camino para salir de la pasividad y buscar la transformación de esa realidad que los oprime y domina. Así, los educandos, como sujetos responsables del proceso de aprendizaje, se convertirían en agentes del cambio cultural.
En 1997, el 2 de mayo, falleció Paulo Freire a sus 75 años; días antes de su muerte, él mismo aún debatía sobre las nuevas perspectivas de la educación en el mundo.
María Montessori
Maria Montessori fue la primera mujer educadora que le dio nombre a una filosofía de la educación, y que actualmente está más vigente que nunca. Su método educativo se utiliza hoy en día en muchas escuelas e instituciones.
Su nombre completo era María Tecla Artemisia Montessori y nació en Italia en 1870. En 1896 se graduó con honores de la carrera de Medicina, convirtiéndose así en la primera mujer médica en ese país. Más tarde, estudió antropología y obtuvo un doctorado en filosofía. Además, tomó cursos de psicología experimental que le permitieron desarrollar su propia clasificación de enfermedades mentales.
Desde joven se mostró interesada por las cuestiones vinculadas a las mujeres y a los niños. Participó en congresos internacionales de mujeres y planteó la importancia de la educación y atención a niños con deficiencias mentales y también la relación entre el abandono infantil y el desarrollo posterior de la delincuencia.
El método Montessori
La premisa principal de esta educadora era que los niños son sus propios maestros y que para aprender necesitan libertad y multiplicidad de opciones entre las cuales elegir.
La propuesta educativa de Montessori se basa en algunos pilares. Por un lado, la capacidad que tienen los niños y niñas de adquirir conocimientos inconscientemente, pasando poco a poco del inconsciente a la conciencia. La mente de los más pequeños puede absorber información de manera infinita. Pero también hay períodos sensibles en los cuales los niños pueden adquirir una habilidad con mucha facilidad. Por otro lado, el ambiente en que se desarrollan los niños debe estar organizado cuidadosamente para ellos, diseñado para fomentar su auto-aprendizaje y crecimiento. Es decir, las características del ambiente le permitirán al niño desarrollarse sin la necesidad de la asistencia de un adulto. Esos espacios deben ser luminosos, cálidos y tener música, libros y arte. Por su parte, los adultos tienen el rol de guías en el proceso de aprendizaje de los niños. Serán el vehículo que les dará a conocer el espacio desde el amor, la confianza y la empatía.
Para Montessori, el nivel y el tipo de inteligencia se constituyen en los primeros años de vida. Los conocimientos no deben ser introducidos en la mente de los niños sino que ellos deben tener la libertad de percibirlos y razonarlos.
El aula Montessori reúne niños y niñas de tres edades distintas: menores de 3 años, de 3 a 6 años, de 6 a 9 años y de 9 a 13 años. Las salas integradas favorecen la cooperación espontánea, el deseo de aprender, el respeto mutuo y la incorporación profunda de conocimientos a través del ejercicio de enseñarle a otros.
Según la pedagoga, el niño pasa de la infancia a la adultez a través de 4 períodos evolutivos llamados "Planos del desarrollo". El nacimiento hasta los 6 años es un período donde los niños presentan la mente absorbente, momento donde toman todo aquello presente en el ambiente que lo rodea, el lenguaje y la cultura. Desde los 6 a los 12 años, predomina la mente razonadora, que permite explorar el mundo con la imaginación y pensamiento abstracto. La mente humanística será la que caracterice el tercer plano, de los 12 a los 18 años. En el último plano del desarrollo, desde los 18 a los 24 años, el adulto explora el mundo con una mente de especialista apropiándose de su propio lugar en él.
En la actualidad, muchas instituciones escolares de todo el mundo utilizan esta metodología, sobre todo en jardín de infantes y primaria.