La promesa a la Bandera arraiga en prácticas sociales ancestrales y consiste en una reelaboración del antiguo juramento. Al parecer, su práctica en el ámbito escolar llegó a la escuela argentina por conducto de las maestras estadounidense traídas por Sarmiento, quienes replicaron la usanza vigente en su país.
Fue así, que por muchas décadas los niños prestaron juramento a la Bandera nacional. Más tarde y debido a las implicancias religiosas que tiene un juramento, donde se pone a Dios por testigo del acto, pareció una desmesura pedirlo a los niños por entenderse que su edad (aproximadamente 10 años) limitaba la total comprensión sobre las implicancias de su decisión. Además, se tuvo presente que la sensibilidad de algunas confesiones religiosas suscitaba cuestiones que convenía evitar en beneficio del pluralismo propio de una sociedad democrática.
En consecuencia, las autoridades nacionales tomaron la decisión de cambiar el tradicional juramento por una solemne promesa.
¿Ante qué bandera se promete?
Corresponderá hacerlo ante la Bandera oficial de la Nación en su versión de ceremonias. En muchas regiones es común que también se sumen las enseñas de ceremonias de otras instituciones; pero la atención de los promesantes y de todo el entorno tiene que focalizarse en el emblema propio de la entidad convocante.
Está será portada por el abanderado y sus escoltas titulares, como naturales representes de la comunidad educativa.
Un problema particular se revela cuando los niños de cuarto grado realizan un viaje en cuyo transcurso hacen la promesa en un lugar histórico. Llevar a los abanderados y escoltas implica un esfuerzo económico que muchas comunidades educativas no pueden permitirse. En estos casos las soluciones son dos. La primera implica llevar al abanderado titular y disponer que sus escoltas sean niños de cuarto grado. La segunda consistirá en asignarles este rol a un terceto de alumnos promesantes, en cuyo caso deberán ser debidamente adiestrados en el manejo de la enseña y en las evoluciones del ceremonial. Desgraciadamente es bastante común que prive la improvisación y que la experiencia adquiera carácter traumático para los niños implicados, cuando no estén debidamente preparados.
Si la ceremonia de promesas se concrete en un ámbito donde exista un mástil, la Enseña nacional debe estar izada.
¿Cuándo se promete?
Es tradición que la ceremonia de promesa se realice en alguna de las principales fechas patrias. Por lógica, la más pertinente es el 20 de junio, que los argentinos celebramos como el “día de la Bandera”.
Eventualmente, los alumnos que por cualquier causa no hayan podido participar de la oportunidad dispuesta podrán hacerlo en una fecha posterior, procurándose que se concrete durante la ceremonia alusiva a otra efeméride de significación.