En Argentina es una larga tradición que los alumnos de cuarto grado realicen la “promesa a la Bandera”, uno de los momentos de mayor emotividad en la vida de un niño de escuela primaria. En esta oportunidad, te contamos cómo el sistema educativo puede acompañar a los niños y niños promesantes, y si es necesario que usen alguna señal distintiva para la ceremonia.
Según nos cuenta el sitio del Instituto Nacional Belgraniano, todas las civilizaciones practicaban y practican juramento. La promesa que hoy prestan los niños se manifestaba usualmente como un juramento que implicaba el compromiso de cooperar en la defensa de la comunidad, si era preciso tomando las armas y, en ocasiones, hasta perder la vida.
¿Quiénes prometen, deben llevar alguna señal distintiva?
Las reglamentaciones vigentes no lo demandan; en consecuencia, existe amplia libertad, aunque lo usual es lucir una escarapela nacional sobre el pecho.
Las costumbres institucionales en muchos establecimientos educativos adoptan el temperamento de identificar a los promesantes de alguna manera, como forma de gratificar a los niños en la singularidad que presentan ante sus compañeros.
La experiencia indica que estos atributos son muy variados. Puntualizamos algunos: una faja con los colores nacionales o una banda similar, que descienda desde el hombro derecho hasta la cintura izquierda; un moño celeste y blanco sobre el brazo; una boina celeste o blanca; etc.
En provincias donde existe la costumbre de que los abanderados lleven guantes blancos, como expresión de respeto al paño de la enseña, los niños promesantes también suelen usarlos, un gesto que indica que están prestos a tomar la Bandera, si fuera necesario.
¿Cómo acompañar la promesa?
El sistema educacional y la comunidad educativa toda deben acompañar a los niños y niñas promesantes de la mejor forma posible para que perciban la importancia del acto, trascendiendo los aspectos puramente festivos de tal manera que les permita asumir todo lo que implica la decisión que expresarán.
El rol principal en este acompañamiento corresponderá al docente asignado a la tarea, pero nadie debe quedar marginado. El acto de la promesa es un ritual cívico social en que el promesante cobra protagonismo como un miembro pleno de la comunidad. Toda la preparación debe encararse con este objetivo.