El Coliseo Romano, originalmente conocido como el Anfiteatro Flavio, es uno de los monumentos más emblemáticos de Roma y un símbolo de la antigua civilización romana. Su construcción fue encargada por el emperador Vespasiano alrededor del año 72 después de Cristo (d. C)., aunque él no vivió para ver su finalización. Fue su hijo, el emperador Tito, quien terminó el último piso e inauguró el edificio en el año 80 d. C. con juegos inaugurales que duraron 100 días. El propósito de su construcción era ofrecer un espacio de entretenimiento accesible para todos los habitantes de Roma y demostrar el poder del Imperio Romano.
Coliseo: su arquitectura y funcionamiento

El Coliseo se erigió en un terreno que previamente había sido ocupado por el lago y los jardines de la Domus Aurea de Nerón. Para su construcción se utilizaron diversos materiale:
- Piedra travertina extraída de Tívoli,
- Hormigón,
- Ladrillo,
- Piedra volcánica.
Se estima que entre 60.000 y 100.000 personas, en su mayoría esclavos, participaron en su construcción. Con unas dimensiones impresionantes de 189 metros de largo, 156 metros de ancho y una altura de 50 metros, el Coliseo podía albergar entre 50.000 y 80.000 espectadores. La distribución de los asientos estaba organizada jerárquicamente según la clase social.
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Fue escenario de una amplia variedad de espectáculos públicos, todos gratuitos para el público. Estos incluían:
- Luchas de gladiadores,
- Cacerías de animales,
- Simulacros de batallas navales.
Se calcula que cerca de un millón de animales y unos 400.000 gladiadores perdieron la vida en la arena. Bajo la construcción se encontraba el Hipogeo, una compleja red de túneles y cámaras donde se alojaban gladiadores, prisioneros y animales antes de los espectáculos, con 80 pozos verticales y trampillas para su aparición sorpresa.
A lo largo de su historia, el Coliseo sufrió daños significativos debido a incendios y terremotos. Las últimas luchas de gladiadores se celebraron en el año 435 d. C. y las últimas cacerías de animales en el 532 d. C. En la Edad Media, fue utilizado como refugio, fábrica e incluso cantera. En el siglo XVIII, el Papa Benedicto XIV lo consagró como lugar sagrado en memoria de los mártires cristianos.

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Hoy en día, el Coliseo es una de las principales atracciones turísticas del mundo, atrayendo a millones de visitantes cada año. Es un valioso testimonio histórico y arquitectónico, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980 y como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno en 2007.