El océano está en movimiento permanentemente.
Aunque tenemos naturalizado meternos al mar para saltarlas o surfearlas, en la vida cotidiana poco indagamos sobre su origen. Las olas son ondas que se forman por la fricción del viento con las aguas superficiales del océano.
Su principal función es transportar energía a través de movimientos circulares. Si durante el recorrido no encuentran nada que las interrumpa, pueden viajar a lo largo de toda la cuenca oceánica a distintas velocidades.
Este proceso puede verse alterado cuando se dan fenómenos geológicos o submarinos como los terremotos, las erupciones volcánicas y los tsunamis. En muchos de estos casos, cambian notablemente su tamaño habitual y generan destrozos.
Las que cotidianamente se pueden observar en una playa suelen medir entre 0,5 a 2 metros con una longitud que va de 10 a 40 metros.
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