La hipótesis más fuerte señala que esta palabra hace referencia a un sector de los barcos antiguos, donde se enviaban a los marineros que cometían una falta.
La palabra “carajo” es muy frecuente en la mayoría de los países de habla hispana, ya que se puede implementar en múltiples contextos, al mismo tiempo que ofrece un gran abanico de significados.
Pero, a pesar de su utilidad, muy pocas personas conocen su origen, relacionado a las antiguas embarcaciones y las rutinas de los marineros en cada uno de sus extensos viajes.
Entonces, si bien en muchas naciones es identificado como un insulto o una palabra de mal gusto, el “carajo” original se resume a una simple estructura de madera.
Los antiguos buques de madera, impulsados por grandes velas, donde cientos de tripulantes compartían viajes que podían durar largos meses, tenían un sector muy elevado que se denominaba “carajo”.
El carajo era, en simples palabras, la pequeña canasta de madera que el palo mayor del buque tenía en su punto más elevado. Es decir, el sitio que se frecuentaba para obtener las mejores vistas.
Sin embargo, debido a su diseño y ubicación, nadie disfrutaba permanecer mucho tiempo en este sector del barco. Allí, los distintos movimientos del viaje se sentían con mayor intensidad y esto generaba desde temor a fuertes mareos.
Es por eso que, ante una falta cometida, el jefe de la tripulación solía “mandar al carajo” a la persona responsable de los hechos.
En el último párrafo hemos mencionado una de las frases más típicas de la época, que se mantienen hasta los tiempos actuales, aunque hoy en día no se utiliza para ordenarle a una persona que permanezca en lo más alto de un barco.
Pero, para sorpresa de muchos, esta simple actividad cotidiana de los marineros dio lugar a otras oraciones muy frecuentes en los países hispanohablantes como “no vale un carajo” o “ir a parar al carajo”, entre otras.
Por un lado, “no vale un carajo” hace referencia a que, debido a los mareos, cuando una persona regresaba de este espacio del barco, no podía seguir trabajando. Y. por el otro, “ir a parar al carajo” surgió de que no había un lugar más lejano del barco que el mencionado.
El uso de la palabra “carajo” dentro de los barcos evolucionó, como hemos podido analizar, en frases que hoy tienen otro sentido pero que se escriben y se pronuncian de la misma manera.
Sin embargo, a través de lo anunciado por la Real Academia Española, se pudo comprobar que “carajo” tiene muchas más utilidades que las imaginadas.
Es por eso que, según la RAE, esta palabra está bien implementada en una oración si se quiere hacer referencia a:
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