Réplicas, películas e imágenes de dinosaurios circulan en los medios de comunicación, museos y libros. Gracias a la cantidad de huellas y huesos que se han encontrado, podemos conocer sus dimensiones y sus formas, pero sus colores estaban librados a la imaginiación, aunque las hipótesis se basaban en información genética.
Al ser asociados con grandes mamíferos como elefantes, rinocerontes o hipopótamos, científicos afirmaban que habrían tenido colores pardos y apagados que les ayudasen a camuflarse con el entorno.
Además, como estaban emparentados con los reptiles, también se los a representado con tonos verdes, marrones y grises. Aunque se han encontrado impresiones fósiles de la piel y las plumas de algunos dinosaurios que demuestran lo contrario.
Los dinosaurios y las aves están relacionados genéticamente. Ese parentesco permitió pensar que estos gigantes presentaban colores más variados y llamativos. Para confirmar esta hipótesis, se realizaron estudios de las moléculas de pigmento conservadas a través de los procesos de fosilización, donde se encontraron filamentos de plumas y protoplumas.
¿Cómo fue la investigación?
Un equipo de paleontólogos británicos, chinos e irlandeses, estudiaron al Sinosauropteryx y descubrieron que estaba cubierto de cerdas simples, o sea, las precursoras de las plumas, con anillos de colores blanco y naranja alternados.
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En la investigación, publicada en la revista Nature, los investigadores no solo se realizan la pregunta por el color, sino también por la función de las plumas en animales que no volaban. Descubrieron que podrían parecerse más al objetivo que tienen en un pavo real: el despliegue de color. Posteriormente, los animales desarrollaron las estructuras necesarias para volar.
Para determinar su coloración, los científicos analizaron los melanosomas, elementos celulares que contienen melanina, el pigmento más común de los animales. Ellos se encuentran dentro de la estructura de las plumas, del pelaje de las aves y mamíferos modernos, y son los encargados de darles su color.
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Los investigadores estudiaron dos tipos de melanosomas presentes en las plumas de aves y dinosaurios encontrados en el noreste de China.
