La leyenda cuenta que, cuando las tropas austríacas ocuparon el norte de Italia, se apropiaron la receta de la milanesa que, años más tarde, patentaron como propia con el nombre Schnitzel. Una vez que empezó a recorrer el mundo, se diversificó. En Argentina, por ejemplo, de un error nació una reversión.
En 1940, en un bodegón que estaba frente al Luna Park, al cocinero se le quemaron las milanesas que tenía que llevar a una de las mesas. Para disimular el problema, decidió "taparlas" con jamón, queso y rodajas de tomate. Los comensales quedaron tan satisfechos con este plato que no dejó de hacerlo nunca. Desde entonces, a esta milanesa nacida en Argentina se la conoce como Napolitana.
