El dicho coloquial "loco como un sombrerero" no surgió porque sí. Muchos creen que se refiere a los efectos secundarios físicos y mentales que sufrían los fabricantes y manufactureros de sombreros por el uso de mercurio durante la jornada laboral.
En el pasado, era sumamente común que muchos sombrereros sufrieran envenenamiento por mercurio. Billiken recorre la historia de esta moda tóxica.
¿Antes los sombreros se hacían con mercurio?
Si bien la expresión "loco como un sombrerero" le saca peso a la situación y el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas nos brindó una versión divertida y simpática del asunto, los males que sufrían los sombrereros eran reales.
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En los siglos XVIII y XIX, muchos sombreros de fieltro para hombre estaban hechos de piel de conejo y liebre. Para que estos mantos se mantuvieran unidos, los sombrereros los cepillaban con mercurio.
Era extremadamente tóxico, especialmente si llegaba a inhalarse. Iba directamente al cerebro y causaba un envenenamiento extenuante y mortal.
¿Cuáles son los efectos perjudiciales del mercurio?
Uno de los primeros síntomas eran problemas neuromotrices, como temblores. Después estaban los problemas psicológicos: los sombrereros se volvían tímidos, enojones y paranoicos.
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Además, a muchos sombrereros se les caían los dientes, desarrollaban problemas cardiorrespiratorios o fallecían a edades tempranas a causa de la exposición prolongada al material.
La toxicidad, parte del trabajo
Si bien estos efectos estaban documentados, la población los veía simplemente como los peligros que venían con el trabajo; había que aceptarlos. Además, existía una cuestión de privilegio en el asunto: el mercurio solo afectaba a los sombrereros, no a los hombres que llevaban los sombreros, ya que los protegía el forro que cubría el accesorio. El problema lo afrontaban los menos privilegiados.
Lo único que hizo desaparecer la sombrerería con mercurio fue la década de 1960, cuando los sombreros para hombres pasaron de moda.