En la Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX, el lunfardo era un lenguaje muy corriente. Producto de la inmigración europea, los distintos idiomas se mezclaban. Esto daba por resultado la circulación de palabras un tanto particulares que aún hoy seguimos usando.
La palabra “lunfardo” se origina en el gentilicio “lombardo”. Este término llegó a ser sinónimo de ladrón porque los lombardos fueron, en el siglo XVIII, usureros y prestamistas, actividades por entonces impopulares. Con el tiempo, lombardo derivó en lunfardo.
Sin embargo, más tarde se descubrió que dicho lenguaje era compartido por grandes sectores de la población y que, lejos de ser un código marginal, había sido incorporado a la vida cotidiana y que circulaba mayormente en los conventillos y barrio populares de Buenos Aires, donde se concentraba la mayoría de los inmigrantes. A su vez, el lunfardo fue difundido a través de expresiones artísticas como el tango o el sainete.
Palabras como "bondi", "chamuyo", "pibe", "macana", "guita", "trucho", "chabón", "gil", "afano", "fiaca" y "changa", entre muchas otras, provienen de este lenguaje y al día de hoy las seguimos usando.
La Academia Porteña del Lunfardo
La Academia Porteña del Lunfardo es una organización no gubernamental. Tiene por objetivo principal la investigación lingüística y el estudio de la evolución del habla coloquial de Buenos Aires y otras ciudades del país.
La fundaron en 1962 por iniciativa de José Gobello, Nicolás Olivari y Amaro Villanueva. La institución también se dedica a difundir otros aspectos de la cultura popular de Buenos Aires, como la música, el canto, la literatura, la historia, la arquitectura y el arte porteños.