Desde su presentación en la Academia de Ciencias de Francia en 1839, el daguerrotipo se convirtió en el primer proceso fotográfico disponible y comenzó un camino de desarrollo a nivel mundial que permitió la aparición de las cámaras fotográficas tal como las conocemos ahora. ¿Cómo funciona? El daguerrotipo produce una fotografía única, no reproducible, sobre una placa de metal. El resultado: imágenes a su vez positivas y negativas que se distinguen por su aspecto reflectante, debido a la materia del soporte, y a su extremada precisión.
Una de las particularidades del daguerrotipo es que no se podía hacer copias de ellos, eran objetos únicos y muy frágiles, motivo por el cual se entregaban en estuches cerrados o enmarcados detrás de un vidrio.
Pero muy pocas personas podían acceder a tener su propio daguerrotipo ya que eran costosos. En general, lo hacían una sola vez en la vida, ocasión para la cual elegían cuidadosamente sus ropas, peinados y objetos que querían mostrar. Además, el procedimiento de toma de la imagen demandaba extensos tiempos de exposición, por lo que los fotógrafos tenían en sus estudios dispositivos, tales como sillas con sujeta-cabezas incorporados. También tenían pequeñas mesas que servían como instrumentos de apoyo para contribuir a la quietud de los retratados
La fotografía llega a Buenos Aires
El procedimiento se extendió primero por toda Europa y luego por América. Daguerre, su inventor recibió la orden oficial de la Legión de Honor y su escarapela de la Orden al Mérito. En 1840 llegó a Montevideo, Uruguay, un buque con cámaras para tomar imágenes y tres años después llegó al puerto de Buenos Aires. Los primeros argentinos interesados en fotografiarse fueron Mariquita Sánchez de Thompson, Florencio Varela y Manuelita Rosas, hija de Juan Manuel de Rosas. La imagen del Almirante Brown junto a su esposa Elizabeth Chitty es la más antigua de nuestro país.
El daguerrotipo que retrata a San Martín
José de San Martín tuvo su propio daguerrotipo que hoy en día forma parte de la colección del Museo Histórico Nacional, donde también puede verse una reproducción exacta del dormitorio donde el Libertador pasó sus últimos días.
A instancias de su hija Merceditas, el Padre de la Patria fue retratado por única vez con la técnica del daguerrotipo en el año 1848 en el marco de un convulsionado París, que dará paso a la Segunda República. En esa jornada posó en dos tomas. Una de ellas es la que permanece en el museo mientras que la otra se perdió.
El daguerrotipo conservado mide 12 centímetros por 10 y está montado en un marco oval de madera oscura con virola metálica y dorada. La imagen se encuentra invertida. Siguiendo precisas instrucciones del daguerrotipista, San Martín se ubica mirando hacia un costado, apoya un brazo sobre la silla y el otro en el interior de la chaqueta, modalidad conocida como “napoleónica”. Son precauciones de inmovilidad, debido a los largos segundos de exposición frente a la cámara.
Iconográficamente, San Martín comenzó a difundirse de manera popular a partir del año 1867, cuando el correo argentino imprimió el primer sello postal de 15 centavos en color azul, serie que circuló hasta 1873.
En 1950, en el marco del centenario de la muerte de San Martín, el Instituto Nacional Sanmartiniano se vio en la necesidad de dar a conocer los retratos que mostraban el verdadero rostro del Libertador. Ante la multiplicación de versiones apócrifas, el Instituto definió cinco originales para los cuales el Libertador habría posado de propia voluntad, cuatro de los cuales son retratos artísticos, sólo uno fotográfico, el daguerrotipo que se conserva en el Museo Histórico Nacional.