Durante el Siglo XVII, se establecieron en América Latina misiones jesuíticas, para evangelizar a los nativos. Las Ruinas de San Ignacio, ubicadas en la provincia de Misiones, a 60 kilómetros de Posadas, formaban parte de ellas y estaba a cargo de Roque González de Santa Cruz, hoy considerado santo.
Historia del complejo
La misión original estaba dirigida por los sacerdotes José Cataldino y Simón Maceta, en una zona llamada Guayrá por los nativos y rebautizada por los españoles como La Pinería. La construcción es de estilo barroco guaraní. La iglesia original medía 74 metros de largo por 24 de ancho y contaba con un monasterio, un cabildo y varias viviendas.
En en 1696, los conflictos y hostilidades entre los lugareños y los jesuíticas obligaron a estos últimos a retirarse y ubicarse en San Ignacio: llamaron al complejo San Ignacio Miní, que significa la menor en guaraní. Así, la diferenciaban de la anterior misión de San Ignacio llamada San Ignacio Guazú, en Paraguay.
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Los jesuitas fueron expulsados de América del Sur en 1767. En ese momento, comenzó el deterioro de las instalaciones. Además, en 1817, soldados paraguayos destruyeron San Ignacio.
Durante la época de la colonia, más de 3.000 personas de pueblos originarios vivían en la zona, que fue construida con un estilo conocido como barroco guaraní.
Las Ruinas de San Ignacio hoy
En la actualidad San Ignacio Miní es la construcción mejor conservada de las misiones en territorio argentino y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Alrededor de una plaza central se encuentran la iglesia, la Casa de los Padres, el cementerio, las viviendas y el cabildo. Estas estructuras están hechas de asperón rojo, una piedra de la zona. La mayoría de los muros siguen en pie, a pesar de los años.
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Para conocer más sobre la historia del sitio, se puede visitar un museo donde hay un modelo a escala de las construcciones originales, ideal para que los turistas puedan apreciar la magnitud de la obra.