La adrenalina de romper récords de velocidad ha sido una sensación que está presente en los seres humanos desde tiempos inmemorables. Por lo tanto, no sorprende que a mediados del siglo XX, en una de las épocas doradas del ferrocarril, se haya construido Mallard: la locomotora a vapor más rápida de la historia.
Con solo observar su aspecto, es fácil notar que esta máquina gigantesca tiene grandes diferencias en relación a las locomotoras de su generación. Su brillante color azul, plasmado sobre su diseño aerodinámico, la convierten en un medio de transporte único.
Y, a pesar de que todavía continúa en debate, Mallard saltó a la fama en 1938, cuando alcanzó su velocidad máxima en una prueba oficial y se convirtió en la locomotora a vapor más rápida de la historia.
¿Cuál es la historia de Mallard?
“La Mallard” fue un proyecto famoso impulsado por Sir Nigel Gresley, que deseó construir un tren expreso capaz de circular, sin mayores inconvenientes, a una velocidad sostenida de 160 km/h.
Por lo tanto, expertos de todo el mundo participaron en la construcción de esta máquina, que se sometió a múltiples pruebas en túneles de viento, dentro de los talleres de Doncaster, Inglaterra.
También te puede interesar > ¿Cuál es el único tren internacional de pasajeros que aún funciona en Argentina?
Finalmente, esta locomotora a vapor clase A4 se estrenó el 3 de marzo de 1938 e inmediatamente entró en servicio, dentro de las líneas férreas de “London and North Eastern Railway” de Reino Unido.
¿Qué velocidad alcanzó Mallard el 3 de julio de 1938?
Cuatro meses después de su lanzamiento, los creadores de la locomotora Mallard decidieron organizar una prueba de velocidad, con el objetivo de romper un récord mundial sobre rieles.
Por lo tanto, esta máquina de 21 metros de longitud y 165 toneladas de peso final, avanzó sobre un tramo en bajada de de la “East Coast Main Line” y alcanzó la sorprendente velocidad de 202,58 km/h.
De esta manera, Mallard, que completó mientras arrastraba siete vagones, superó la marca establecida en 1936 por la locomotora alemana DRG Clase 05 002 (200,4 km/h).
Años más tarde, surgieron noticias sobre locomotoras a vapor de Estados Unidos que podían circular mucho más rápido. Pero, como nadie lo registró, las cifras no son oficiales y, por lo tanto, la máquina británica aún es dueña del récord.
¿Por qué esta locomotora es tan rápida?
Luego de romper el récord mundial, la locomotora a vapor más rápida de la historia continuó en servicio hasta 1963, cuando se retiró luego de haber recorrido un total de 2,4 millones de kilómetros.
Y, aunque nadie dudó de su excelente funcionamiento, muchas personas aún se preguntaban por qué logró superar los 200 km/h, si era impulsada con el mismo vapor que lograban otras locomotoras de la época.
La respuesta es sencilla. Desde el primer momento, Mallard contó con un diseño aerodinámico, que se complementaba con:
- Sus enormes ruedas rojas de hasta 2,032 metros de diámetro, equipadas con llantas color acero.
- Un moderno sistema de doble chimenea, diseñado para mejorar la salida de los gases al circular rápido.
- Los tres cilindros que le colocaron para aumentar su estabilidad.
¿Dónde se encuentra la locomotora a vapor más rápida de la historia?
La locomotora a vapor más rápida de la historia se convirtió en una pieza de museo luego de recibir una restauración completa en 1980. Desde aquella época, solo ha rodado en ocasiones puntuales.
También te puede interesar > Tren a las Nubes: la historia detrás de la obra
Hoy en día, es posible conocerla en el National Railway Museum de York, Reino Unido, donde se narran algunos detalles curiosos e inéditos de la Mallard como, por ejemplo:
- Su velocidad máxima se calculó gracias a un vagón dinamómetro que trasladaba junto a su formación, integrado por instrumentos de medición específicos.
- Sir Nigel Gresley planificó una segunda prueba, programada para septiembre de 1939, con el objetivo de establecer un nuevo récord. Sin embargo, el inicio de la Segunda Guerra Mundial lo impidió.
- Su estructura fue negra, durante la Segunda Guerra Mundial, y verde durante los últimos años en servicio. Luego, al convertirse en una pieza de museo, se le devolvió su color azul original.