En India las vacas son consideradas sagradas, por eso es normal verlas caminando por las calles. En Goa, esto es todavía más común y se puede observar más de cerca, ya que se adueñan de las playas de la ciudad: disfrutan de la tranquilidad marina y toman sol junto a los turistas.

A orillas del mar Arábigo, las vacas convierten a un día de playa común y corriente, en una experiencia distinta para los visitantes de la zona. Estos animales pasean entre las sombrillas, se acercan a las personas y disfrutan de echarse sobre la arena a dormir.

¿Qué más hacer en Goa?

Con 3.702 km² es el estado menos extenso. Turismo y ocio son su principal industria.

En la mayoría de las playas se pueden alquilar kayaks. Otra de sus atracciones turísticas son las Dudhsagar Falls, unas cataratas de cuatro niveles situadas en el río Mandovi.

Para abandonar, por un momento, la naturaleza, todos los miércoles abre el mercado de Anjuna: allí se puede encontrar cientos de productos y a precios muy bajos.

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Por último, hay que tener en cuenta que en Goa se hablan cinco idiomas:

• El konkani, el idioma materno de la mayoría de la población.
• El marathi.
• El hindi.
• El inglés.
• El portugués.

¿Por qué las vacas son sagradas en India?

En India la población de vacas es de aproximadamente 150 millones. Un 50% de la población del país vive en áreas rurales y es normal que cada familia tenga por lo menos una vaca.

Allí, se venera a este mamífero porque representa a la Madre Tierra, símbolo de la vida, la fecundidad y la maternidad. Se cree que es un animal que alimenta a todos aunque no sean sus crías, por eso no deben ser sacrificadas ni violentadas. La llaman Kámadenu, que significa la que cumple con todos tus deseos. Es sagrada por su generosidad y abundancia.

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El origen data de casi 2.500 años: el crecimiento demográfico en la India hizo que hubiera menos tierras disponibles para criar a estos animales porque comenzaron a usarse para el cultivo de hortalizas. Las vacas, cada vez menos numerosas, fueron conservadas por su leche y abono.

Este cambio de mentalidad se asocia a la llegada del budismo, una religión no teista, que busca la paz, la armonía, la tranquilidad y el equilibrio, y el jainismo, una religión no centrada en el culto de ningún dios, que se basa en realizar esfuerzos para encaminar al alma-conciencia hacia un estado divino y de liberación.