Es un templado día del siglo XIX. Entrás a una especie de club, un antro por así decir. En un mismo espacio están reunidas personas de todo tipo: está el gaucho, el marrón, el gringo, el nativo, el esclavo. ¿El escenario? Una pulpería.
No es el lejano oeste de las películas norteamericanas, ¡es Argentina! Y no, contrario a lo que puede sugerir su nombre, no era un lugar al que acudían las personas a comprar pulpo.
¿Qué significa la palabra "pulpería"?
La palabra pulpería tenía su origen en “pulque”, nombre de una bebida alcohólica que hacían los nativos del cono sur latinoamericano.
Luego de un largo proceso de transformación y leve deformación de la palabra, pulquería habría pasado a ser pulpería. El nombre cambió, pero el lugar seguía siendo el mismo: una mezcla entre bar y tienda rural, tradicional, que marcaba un pequeño punto de encuentro dentro de la vastísima pampa argentina.
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También se dice que se las pulperías se llamaban así porque el dueño era un verdadero pulpo, ya que tenía ocho manos para sacarle plata al gaucho.
¿Dónde se encontraban y qué se hacía en ellas?
Las pulperías estaban ubicadas en todos lados. En las zonas más concurridas, en las afueras, en pleno campo y en los sitios más remotos y desérticos.
Estas son algunas de las actividades que ocurrían en las pulperías:
- Charlas.
- Guitarreadas.
- Bailes.
- Juegos de cartas y dados.
- Venta de productos básicos, como telas para confeccionar ropa, ponchos, comestibles y remedios.
- Degustación de comidas caseras.
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Algo que caracterizó intrínsecamente a las pulperías fueron las payadas. Una payada es una forma de improvisación poética y musical típica de la cultura gauchesca de nuestro país y otras zonas de América Latina.
Se realiza en un enfrentamiento entre dos payadores, quienes improvisan versos al ritmo de la guitarra, abordando temas diversos como el amor, la vida cotidiana, la familia o la política. Una especie de antecedente de las batallas de gallos actuales.
