Las nubes se forman debido a la condensación del vapor de agua presente en el aire. La condensación es el proceso que permite que el vapor de agua en el aire se convierta en agua líquida. Las nubes son cruciales para el ciclo del agua, ya que forman las lluvias. En el ciclo del agua, la condensación es lo opuesto a la evaporación que elimina el agua de la superficie terrestre.
Cuando la condensación del vapor de agua se produce a nivel del suelo, se forma niebla. En este caso, el aire cargado de humedad entra en contacto con una superficie más fría (la tierra) y se enfría hasta su punto de rocío. En otras palabras, la niebla está constituida por nubes de bajo nivel. Más precisamente, el término “niebla” se utiliza cuando las gotas de agua microscópicas reducen la visibilidad horizontal en la superficie terrestre a menos de un kilómetro.
Por el contrario, cuando las gotas de agua microscópicas no reducen la visibilidad horizontal a menos de un kilómetro, se está en presencia de neblina. En la práctica “neblina” es el término que se utiliza para hacer referencia a una niebla ligera. La reducción de la visibilidad depende de la estructura de la niebla y especialmente de la densidad numérica y la distribución del tamaño de las gotas de agua microscópicas.
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