Aunque la mayoría realiza el gesto de forma automática, muchos desconocen el por qué.
En la Ciudad de Buenos Aires, el origen del colectivo se remonta a 1922, cuando se creó la primera línea de larga distancia. Ya en 1924, existían 16 empresas y otras 16 esperaban la aprobación para comenzar a circular. El primer recorrido iba desde Primera Junta, hasta Avenida Rivadavia y Lacarra. Además, en el trayecto, realizaba una sola parada en Plaza Flores. En ese momento, lo que hoy se conoce como "boleto" costaba 20 centavos de peso.
En Argentina, el colectivo tiene una particularidad extra: frena cuando el pasajero que quiere subirse estira el brazo. La leyenda urbana cuenta que esto sucede desde su aparición porque, en un principio, muchas paradas no estaban señalizadas. Todavía, en el Conurbano Bonaerense y en gran parte de las provincias del país, esta es la única forma que tiene el pasajero de marcarle al chofer que desea subirse.
Sin embargo, en Capital Federal y las grandes ciudades, donde las paradas están correctamente identificadas, también se estira el brazo para frenarlo. En estos casos, las teorías apuntan a la gran cantidad de líneas que circulan. Por lo general, las paradas son compartidas entre distintos colectivos y ramales. Por lo tanto, para saber si desea viajar o no, la persona que aguarda en la fila realiza este gesto. Aunque es la modalidad más frecuente, en algunos casos también estiran dos dedos de la mano para indicar que van a subir.
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