El monumento a San Martín en Boulogne Sur Mer, ciudad en la que pasó sus últimos años, resistió los intensos bombardeos que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los conflictos bélicos más sangrientos del siglo XX, que se desarrolló entre 1939 y 1945.

Los ataques destruyeron casi por completo a esa pequeña localidad francesa. Sin embargo, el monumento al Libertador permaneció intacto.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el norte de Francia estuvo ocupado por las tropas nazis. Los bombardeos fueron constantes y devastadores para la ciudad. En total fueron 487 ataques. Barrios enteros desaparecieron. La zona de la costa quedó completamente destruida y hubo que reconstruirla.

Los ataques de los aliados durante esa época llegaban desde Gran Bretaña y su principal blanco eran las ciudades costeras del Canal de la Mancha y Boulogne Sur Mer no fue la excepción. En junio de 1944, el ejército aliado desembarcó en Normandía para dar comienzo a la liberación de Europa desde Francia. Aproximadamente 250 mil soldados llegaron al norte de ese país. Días más tarde, unos trescientos aviones arrojaron mil doscientas toneladas de proyectiles sobre la ciudad que San Martín había elegido para pasar sus últimos años.

Y acá se produjo un fenómeno inexplicable: la única construcción que permaneció en pie fue la del monumento al Libertador, quien, de esta forma, resistió tanto los ataques del ejército nazi como de los Aliados, entre los que se encontraban Inglaterra y Estados Unidos.

El monumento a San Martín en Boulogne Sur Mer se había inaugurado el 24 de octubre de 1909 y fue el primero emplazado en su memoria en toda Europa. Desde los acontecimientos producidos en la Segunda Guerra se convirtió en un símbolo de la resistencia francesa en aquella terrible contienda.

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