Todo comenzó en la década del 70, cuando la familia Ortiz se sumó a un programa estatal llamado "Salta Café", que buscaba impulsar la plantación de este producto en nuestro país.
Aunque a fines de los 90 la producción se detuvo, ellos fueron los primeros argentinos que cultivaron esta infusión en nuestro suelo. En 2007, una de las herederas retomó la idea y, desde entonces, este es el único café orgánico que se produce en Argentina.
El cultivo se realiza a lo largo de 30 hectáreas y el proceso dura seis meses. Sin embargo, el trabajo cotidiano es complejo: para poder ingresar a la plantación, se debe cruzar a Bolivia por el paso Aguas Blancas y, desde allí, volver a entrar a Argentina porque no hay rutas nacionales que permitan el acceso directo. Esto implica realizar trámites de carácter internacional en aduana y migraciones tanto de ida como de vuelta para trasladar el producto.
Una vez que está finalizado, la familia lo pone a la venta sin intermediarios a través de envíos por encargo. De igual manera, puede consumirse en el Café Baritú, un local que abrieron en la provincia de Jujuy.