El Teatro Colón es una de las salas de ópera más importantes del mundo y se destaca por las excepcionales condiciones acústicas y arquitectónicas de su edificio, que lo posicionan al mismo nivel de otros teatros como la Scala de Milán o la Ópera de París. Uno de los detalles de esta maravillosa construcción es su cúpula, que fue pintada por Raúl Soldi en la década de 1960.
Su sede definitiva y actual está en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, entre las calles Cerrito, Viamonte, Tucumán y Libertad. Se inauguró el 25 de mayo de 1908 con una función de Aida, la ópera de Giuseppe Verdi.
En realidad, la cúpula había sido pintada por el artista francés Marcel Jambon cuando se inauguró el teatro, pero en los años 30 las pinturas se deterioraron. Este artista fue también autor de la decoración de la cúpula original de la Ópera de París.
En la década de 1960 se decidió pintarla y el trabajo le fue encargado al argentino Raúl Soldi. En la cúpula se ven músicos ejecutando sus instrumentos y actores intercambiando máscaras que representan la comedia y el drama. Quien propuso al pintor argentino para este gran trabajo fue el escritor Manuel Mujica Láinez.
Durante un año entero, Soldi preparó los bocetos y su ubicación en una maqueta en escala. En 1966 comenzó a pintar las 16 telas para la cúpula del Colón en el Teatro General San Martín, ya que allí era posible desplegar telas de gran tamaño. Trabajó con lienzos y pinturas importadas de Francia. Utilizó la técnica para decorar los techos venecianos que había aprendido cuando estudiaba en la Academia de Brera. Subidos a un andamio de 30 metros de altura, Soldi y sus ayudantes pegaron los lienzos sobre la superficie previamente enyesada . El trabajo les llevó casi cuatro meses.
La cúpula tiene 320 metros cuadrados y 51 figuras pintadas. Se pueden ver distintos personajes como cantantes de ópera, bailarines, actores de la Commedia dell’Arte y el duende inspirador de los artistas en escena. Al respecto, Soldi decía que quería condensar el espíritu del teatro y transmitir toda su magia.
El edificio del Teatro Colón
El edificio del Teatro Colón presenta un estilo característico de comienzos del siglo XX y tiene una superficie total de 58 mil metros cuadrados. La sala principal cumple con todas las normativas del teatro clásico italiano y francés. Con una capacidad total para 2.478 espectadores, el foso de la orquesta permite albergar hasta 120 músicos.
El Colón fue escenario de los más grandes artistas, tanto de la música como de la danza y la ópera. Por sus tablas han pasado cantantes como Enrico Caruso, Claudia Muzio, Maria Callas, Régine Crespin, Birgit Nilsson, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, entre muchos otros y otras.
En el año 2010, se llevó a cabo una restauración que le devolvió al Colón su esplendor original. El teatro reabrió sus puertas con una función especial que incluyó el acto II de la ópera La Bohème y el acto III de El lago de los cisnes. Ese mismo año también contó con la visita de la Orquesta y el Coro del Teatro alla Scala de Milán bajo la dirección de Daniel Barenboim, evento que alcanzó el nivel más alto de las celebraciones.
Raúl Soldi
Nació el 27 de marzo de 1905 y comenzó sus estudios artísticos en la Academia Nacional de Bellas Artes. Para los primeros años de la década de 1920 viajó a Italia, donde ingresó a la Academia de Brera en Milán. Allí comenzó a relacionarse con artistas de vanguardia.
La década de 1930 sería un gran momento para Soldi porque comienza a trabajar como escenógrafo en Hollywood, una faceta poco conocida del artista. Para este mismo período presentó obras en el Salón Nacional de Cultura y en diversos salones provinciales, en la Exposición Internacional de París de 1937, y en Nueva York entre los años 1941 y 1943.
Trabajó también en la realización de escenografías para el cine y el teatro. En 1945 llevó a cabo las escenografías y los trajes de las obras “La Boheme”, de Puccini; “Las mujeres sabias”, de Moliere y “Orfeo”, de Handel entre otras, que también tuvieron lugar en el Teatro Colón.
Luego de redecorar la cúpula del Colón, en 1968 viajó a Israel para pintar un fresco en la Basílica de la Anunciación, en Nazareth. A lo largo de las siguientes décadas siguió pintando y viajando a distintos países. Sus obras adquirieron una gran proyección internacional. Finalmente, a los 89 años, falleció el 21 de abril de 1994.
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