El nombre que se le atribuyó al ex Presidente de la Nación no es el que figuró en sus datos de nacimiento.
Aunque se lo conoce popularmente como Domingo Sarmiento, su verdadero nombre de pila fue Faustino Valentín y fueron sus padres quienes comenzaron a llamarlo de esta forma.
José Clemente Quiroga Sarmiento y Paula Albarracín eran devotos de Santo Domingo, una figura religiosa emparentada con el catolicismo. Por lo tanto, decidieron apodarlo con el mismo nombre.
Una vez que Sarmiento tomó estado público por su carrera política, decidió mantener aquel legado. Esto explica por qué siempre se lo llamó Domingo Faustino y no Faustino Valentín. De hecho, esta costumbre también la llevó a los documentos, donde siempre firmó con su apodo.
Durante los primeros nueve años que cursó en la Escuelita de la Patria ubicada en la provincia de San Juan, tuvo una asistencia perfecta: no faltó nunca a clase.
Cuando ejerció cargos públicos, se encargó de dejar por escrito todos los gastos que realizó.
Al ex presidente de la Nación gustaba dibujar. Para él, el arte resumía la más profunda de las sabidurías y creía que era el más perfecto de los actos creadores por elevar, enriquecer y distinguir a las personas por sobre las mezquindades materiales. A lo largo de toda su vida dejó plasmada su faceta artística y su deslumbre por los grandes artistas de su época.
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